Cansancio del personal de salud
El agotamiento evidenciado por los funcionarios del Hospital de Puerto Montt está llegando a niveles de preocupación. El mejor reconocimiento que le puede brindar la población a los equipos de salud es mantener el autocuidado.
Adiez meses de la llegada de los primeros casos de la pandemia del covid-19 al país, el cansancio y frustración de los equipos de salud en hospitales y clínicas es cada vez más evidente. Convivir a diario con la peor cara del coronavirus en las salas de urgencia y, por añadidura, el temor permanente a contagiarse tanto ellos como su entorno familiar, ha ido provocando una mella en su salud y tranquilidad que debe ser considerada en toda su magnitud por la ciudadanía, en particular por quienes increíblemente, a estas alturas, hacen caso omiso a las reiteradas prevenciones de las autoridades y los expertos para evitar aquellas conductas de riesgo que casi con toda certeza les significará, tarde o temprano, convertirse en un paciente o un caso asintomático.
Tal como ha quedado patente en la edición dominical de El Llanquihue, tan relevante como el agotamiento físico lo está siendo también la frustración que experimentan médicos, enfermeras y técnicos al comprobar que más allá de los muros del centro asistencial, hay personas que no usan mascarilla y no mantienen el distanciamiento social. El contraste debe ser chocante. Permanecen en turnos agotadores tratando de salvar la vida de los pacientes más graves, con el peligro latente de adquirir el virus y llevárselo, además, a sus familiares, pero cuando salen del hospital camino a sus domicilios, se encuentran con vivas postales de familias en plazas o filas sin ningún cuidado por el distanciamiento social.
No obstante, más impactante para ellos debe ser comprobar que hay personas, profesionales reputados, incluso, que dudan de la veracidad de la pandemia. Apelan a rocambolescos planes de dominio mundial de los cuales no hay más evidencia que la propia imaginación y sitios de internet de dudosa procedencia, haciendo caso omiso de los antecedentes duros y serios que entregan médicos y científicos en los medios de comunicación de trayectoria. Este es un peligro real al cual hay que ponerle atención, pues tal como se ha observado a nivel mundial, las mentiras tienen una velocidad de propagación inquietantemente veloz.