Correo
Agradecimientos al diario
Reciba nuestra gratitud por la amplia cobertura y reconocimiento brindados en El Llanquihue (edición del viernes pasado) a la vida de María Eudocia Barría Barrientos, de 110 años. Las preguntas del periodista Marcelo Galindo la hicieron retroceder a sus antiguos documentos y abrieron espacios increíbles en su memoria.
Gracias también por regalarle la alegría de recibir muchísimo cariño y tantas felicitaciones de jóvenes y mayores. Ella es una luz para nosotras, un ejemplo siempre presente de superación, perseverancia y amor al prójimo. "Lala", como le decimos cariñosamente, es incansable en entregar sus mágicas opiniones y ha hecho del desafío de ser madre, la mejor aventura de su vida.
Lourdes Barría (hija) y María Eugenia y Mónica Almonacid (nietas)
Exitosa vacunación I
Tras un año de pandemia, se ve una luz de esperanza gracias al proceso de vacunación. Luz de esperanza que se asemeja al Chile que quisiéramos ver reflejado en la futura Constitución, pues combina cuestiones sobre la coordinación público-privada, la descentralización de la información, el acceso igualitario a la salud y la relación entre el Estado y los municipios. Y todo ello bajo el paraguas de una globalización inteligente y solidaria.
La seguridad de las vacunas no sólo ha sido testeada, sino que sus posibles efectos secundarios son los mismos (y, por tanto, igualmente bajos) que los de la mayoría de las vacunas que conocemos. Más importante, vacunarse es mucho más que un acto de resguardo individual, ya que protege a quienes no pueden hacerlo: enfermos graves, madres que amamantan, recién nacidos y alérgicos.
Los chilenos tenemos una doble oportunidad histórica: dejar poco a poco atrás al covid-19 y comenzar a construir un modelo de sociedad que empareje la cancha y proteja solidariamente a los más desposeídos. Es nuestra oportunidad.
Juan Luis Ossa y Tomás Mandiola
Exitosa vacunación II
El proceso de vacunación es un ejemplo del resultado de los acuerdos. Que tomen nota los afiebrados.
Esteban Meza
Rol de los carabineros
Los carabineros son personas realmente heroicas, que viven en un contexto durísimo y que afrontan miles de dificultades para cumplir su delicada misión de proteger a los ciudadanos de quienes ejercen la violencia ilegítima y subvierten el orden social, arriesgando incluso sus propias vidas. Por eso los admiro. Lamentablemente ellos son usados como carne de cañón y, parafraseando a la honorable diputada Catalina Pérez: "En Chile la vida de un carabinero no vale nada".
Adolfo Paúl Latorre
Derechos y deberes
Entre las conversaciones con mi abuelo comentábamos que se ha venido haciendo recurrente que las personas reclamen airadamente por sus derechos; los cuales por supuesto defendemos. No obstante ello, reflexionábamos también que junto a esos derechos inalienables que se reclaman, el hombre tiene también obligaciones parentales y ciudadanas que observar y que muchas veces ignora, pese a que el contrato social exige su cabal cumplimiento, así como también recomienda el cuidado que debe tenerse en la toma de decisiones o de acciones que puedan afectar al otro, de manera tal que el hombre, junto con actuar con empatía, cuide indefectiblemente del bienestar colectivo, una de las herramientas esenciales para alcanzar el desarrollo de un país en prosperidad y justicia social para todos sus componentes.
Por otra parte, filosofábamos acerca del hombre, como ser pensante y poseedor de una conciencia moral la cual lo ha de guiar para que, con discernimiento y buen juicio, pueda diferenciar entre el bien y el mal, entre lo justo de lo injusto y entre la verdad y error. Aunque debemos reconocer que estas prácticas virtuosas no siempre están presentes en el accionar de los miembros de la comunidad, en donde la integridad, la honradez y la "voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde" son procederes que se muestran bastante ajenos a la realidad del diario vivir.
Cuando la conducta del hombre lo lleva a incumplir o banalizar las normas contractuales de convivencia, que los mismos hombres han establecido para hacer posible la vida en comunidad, la sociedad se sale de su centro de equilibrio social y entra en crisis, y por sobre la expresión del bien común prevalece el individualismo autosuficiente que aparta al individuo del interés colectivo, basando su identidad más bien en lo que le diferencia de los otros. Para que haya un verdadero sentido de humanidad, es preciso que el conjunto de todos los que la componen apliquen esa capacidad de sentir afecto, comprensión, solidaridad y colaboración con las demás personas.
Eduardo Zuchel