La demanda de alimentos aumenta cada año. Esto ha sido constatado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entidad internacional que anuncia que la necesidad de proteína crecería en un 40 % en el mundo hacia el 2050, de la mano con el crecimiento de la población mundial que alcanzaría los 9700 millones, según proyecciones de la ONU. Por ello, es necesario tomar medidas para hacer frente a esta situación.
En este contexto, la acuicultura otorga a la macrozona sur una oportunidad de progreso, a través del salmón como una proteína sana y sostenible en varias dimensiones. Por un lado, es considerado por muchos como un "superalimento", pues aporta una serie de nutrientes, como la vitamina D que nos ayuda a absorber calcio; la vitamina B, fundamental para el crecimiento y la formación de glóbulos rojos; y los ácidos grasos Omega 3, que ayudan a disminuir los riesgos de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, por lo que es muy valioso incorporarlo a la dieta. Asimismo, su consumo es fuertemente recomendado en embarazadas, ya que participa en el desarrollo del cerebro y la retina del bebé en gestación.
De acuerdo con información recopilada por la Global Salmon Initiative (GSI), el salmón presenta ventajas medioambientales en comparación con las demás proteínas animales. Al compararla con la producción de otras proteínas, el salmón tiene una huella de carbono menor, utiliza menos agua dulce durante su producción y es más eficiente en rendimiento, es decir, para producir un kilo de carne se necesita menos cantidad de alimento.
Según el GSI, la huella de carbono del salmón asciende a 0,6 kilogramos de dióxido de carbono equivalente por porción, mientras que en el ganado esta tasa alcanza los 6 kilogramos (+1.000%). Respecto del consumo de agua dulce, la producción de salmón también es significativamente menor al compararse con el pollo, el cerdo y el ganado.
Dietas con menos
proteínas marinas
Además de las ventajas propias del salmón mencionadas, la salmonicultura en el mundo ha avanzado hacia certificaciones internacionales exigentes en temas de inocuidad alimentaria, medio ambiente y protección a los trabajadores, y Chile no se ha quedado ajeno a esta tendencia.
"La salmonicultura en Chile ha tenido una transformación productiva muy significativa en los últimos años", señala la directora ejecutiva del Consejo del Salmón, Joanna Davidovich.
Precisamente, el Consejo del Salmón -conformado en 2020 por AquaChile, Cermaq, Mowi y Salmones Aysén - las que representan cerca del 50% de la producción de salmón en Chile- ha establecido que una de las cinco áreas de trabajo definidas como prioritaria es el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad. "Creemos que es posible desarrollar la salmonicultura en su máximo potencial, para cubrir el desafío alimenticio que nos impone el crecimiento de la población mundial y la mayor demanda de proteínas saludables de manera sostenible. Es decir, cuidando el entorno y garantizando los más altos estándares medioambientales, con mayor innovación y el uso de la tecnología en las distintas etapas de nuestra cadena productiva. El compromiso es compatibilizar las actividades productivas que generan desarrollo a las regiones y el país, de manera sustentable y competitiva", señala Joanna Davidovich.
regional a través de la acuicultura