Pandemia y señales de coherencia
El registro de fallecidos en los primeros meses del año en la región es una preocupante alarma para lo que viene. Pareciera evidente que las señales que se dieron en el verano incidieron en el actual escenario complejo de contagios en todo el país.
Por lejos está aún de darse por ganada la lucha que el país está dando desde hace un año en contra del covid-19. Aunque el proceso de vacunación está dando muestras de un avance inédito en el concierto internacional, las cifras de contagios y de fallecidos, tanto a nivel nacional como regional, da cuenta de una velocidad de transmisión y de índices de letalidad que impiden dejar de lado las medidas de autocuidado que deben prodigarse las personas para cuidarse a sí mismas, a su entorno más cercano y hacia el resto de la población.
El mejor indicativo de esta prevención puede encontrarse en el registro de personas que han fallecido producto del virus en la región. Si entre abril y diciembre del año pasado, tal cifra llegó a 210 decesos, sólo entre los meses de enero y febrero, para el mismo territorio, debió lamentarse la muerte de 384 personas, en lo que es claramente una luz de alerta respecto del peligro que representa la pandemia para la ciudadanía.
Numerosos expertos han advertido que los contagios producidos en el verano se originaron en cierto relajo que hubo durante las fiestas de fin de año, primero, y en el permiso de vacaciones, en segundo lugar. La posibilidad de trasladarse hacia otros destinos del país, bajo una autorización del Gobierno que apelaba a la "salud mental" de la población, devino en un alza de nuevos contagios y de casos activos precisamente en aquellas ciudades de vocación turística. Es lo que aparentemente ocurrió en Frutillar y Llanquihue, ambas comunas ribereñas al lago Llanquihue y que volvieron al régimen de cuarentena el pasado sábado, para desazón de la actividad comercial.
En este escenario de pandemia, las señales de las autoridades deberían ser coherentes entre sí, descuidando cualquier interpretación errónea o que genere algún relajamiento en las forzosas costumbres que ha impuesto la crisis sanitaria. Mientras no se alcance en el país la inmunidad de rebaño gracias al proceso de vacunación (recién para mediados de año, según ha dicho la autoridad), los mensajes oficiales deben mantener consistencia, mientras que la población ha de comprender que nada se ha ganado todavía.