Urge el Plan Tenglo: llegó el tiempo de impulsar a la isla
Algo que siempre se ha reconocido, pero que nunca se ha tomado en serio, es la definitiva integración de Tenglo al progreso y desarrollo de Puerto Montt, sobre todo en lo que respecta a acondicionamiento turístico. Algo que es tan importante e indispensable, a estas alturas de una época de insospechadas modernidades. En especial, en la avanzada industria del turismo, que da vueltas al mundo por aire, mar y tierra. Más todavía, si hay una parte de Puerto Montt -grande e importante isla- que sempiternamente continúa en un infinito estado soporífero e interminable condición contemplantiva. Sin incorporarse -de una vez- a lo que es la potente dinámica de la acción, el trabajo y la productividad en el siglo de la interconexión y la instantaneidad. Tangible e intangible. El Turismo.
En mi trayectoria periodística, siempre me llamó la atención el escaso aprecio reinante por la grandiosa valía de la Isla Tenglo, como el magno tesoro turístico no sólo de Puerto Montt, sino que de toda la zona sur austral de nuestro territorio... Me ha costado entender que un recurso natural tan bien dotado, como esa bella isla, siga permaneciendo -en palabras turísticas y de estrategia desarrollista- infinitamente en condiciones de olvido, menosprecio y desamparo...
Hace algunos decenios, hubo profesionales -ingenieros- de gran calidad e ingenio, que han amado mucho a Puerto Montt y a todo lo que contiene y rodea, y que -fuerte y visionariamente adelantados- planificaron "la integración de Tenglo al progreso y desarrollo de Puerto Montt, comenzando por sus grandes posibilidades turísticas". Ellos han sido René Fischmann Lohaus y Juan Leonhardt Catalán. Del primero ya escribimos anteriormente, pero no dejaremos de mencionar su propuesta.
Políticas públicas
Ahora, corresponde considerar las visionarias, sabias y competentes directrices, que Juan Leonhardt atesoró hace ya varios lustros y dio a conocer a la comunidad, a través de nosotros los periodistas, despertando grandes esperanzas, pero... no nada más.
Hoy, sentimos que esa potente intuición precursora está más vigente que nunca.
Sobre todo la fuerza y esencia de su proclama: "Poder incorporar a Tenglo al continente requiere de una estrategia de políticas públicas del Estado. Vale decir, hacer valer lo que gana la ciudadanía con esa obra (Tenglo moderno) y que no se transforme en un negocio exclusivo de particulares".
El planificador ingeniero reconocía -en aquel entonces- que unir la isla a la ciudad, por un puente y por un teleférico, tenía el serio problema de la carencia de espacios para los estacionamientos de vehículos en esos sectores, lo que demandaría una mayor amplitud, que se podría obtener de prolongarse con más superficie la Costanera desde Angelmó hasta Anahuac por el borde costero. Lo que significaría hacer un estudio de la conveniencia de continuar la costanera por la parte baja y si resultase positivo elaborar el diseño ingenieril final, considerando la pasada vehicular, los estacionamientos y de que Angelmó ganaría unos mil metros hasta la última curva en Anahuac.
Enfoque variable
Sin embargo, el enfoque desarrollista de Tenglo ha ido variando.
Lo que ha sabido reconocer el mismo Juan Leonhardt, como lo revelase al suscrito en algunas entrevistas. En los 60, a la isla se le veía posibilidades de "ciudad satélite". Pero, en los 80, el prisma fue diferente, pues merecía anexarse al progreso de Puerto Montt como indispensable refuerzo urbano mixto: residencial y de esparcimiento, como lo ha sostenido el ingeniero porteño desde comienzos del decenio de 1960.
Eso incluye reforestación insular, para que sea un pulmón de la ciudad, y que a su vez se concreten inversiones en recreación y esparcimiento para la gente. Y eso constituya un aporte para el turismo y que sea un auge modernizador. Así es enfatizado por el destacado ingeniero, quien se retiró de la docencia superior, al dejar en 2016 la Universidad San Sebastián en Puerto Montt, donde por 11 años impartió a los arquitectos en formación las asignaturas de política urbana y diseño urbano, lo que -además- le significó un merecido homenaje.
Conexión tenglo
Un viaducto siempre ha estado presente en los proyectos para la conexión con Tenglo.
Juan Leonhardt en aquel tiempo era partidario de un puente isla-costa porteña, hacia Anahuac, en las inmediaciones del sector Capilla de la Fuerza Aérea. Toda un área determinada para la habilitación de diversos servicios, en la escotadura insular que se produce en la zona de la iglesia del lugar. Y, de ese modo, en la cima, ir estableciendo al habitante urbano.
En la entrevista que le hice al conocido profesional -hace ya varios decenios-, éste enmarcó que la estrategia era abordar primero la isla, por arriba, y después, por la parte baja. Las posibilidades de "ciudades satélites" en aquel tiempo eran Alerce, Pelluco, Chinquihue y Tenglo.
Puente de arco
No podemos dejar de recordar igualmente la antigua propuesta del ingeniero porteño René Fischmann, para unir Tenglo a la ciudad, en los aledaños de Angelmó, con un puente de arco sobre el canal -de 150 metros de largo-, cuyo costo sería de un millón y medio de dólares, más la recuperación de terrenos de las riberas del mar por 3,25 millones de dólares. A estas alturas, tales sumas serían mucho más cuantiosas.
La obra incluía una calzada bidireccional. Aceras con una altura para embarcaciones menores, más un camino asfaltado de circunvalación de la isla, una ciclovía y aceras, para un completo recorrido insular. Lo que también facilitaría el acceso a terrenos urbanizables recuperados de las playas del canal y bajos arenosos.
Lo concreto es que Puerto Montt, avasallado por un imparable y creciente incremento demográfico, así como por imperativos de modernización urbana, necesita cada vez con mayor urgencia de más espacios y nuevos recursos, para afianzar su vocación de liderazgo en el progresismo interregional, partiendo del futurista rubro del Turismo. Orden de cosas, en el que la Isla Tenglo destaca como uno de los más increíbles capitales muertos y desaprovechados, que nadie logra explicar ni justificar.