Desastre educacional
Alumnos de prácticamente todos los niveles están presentando menos logros de aprendizaje por culpa de la pandemia. Una vez que las clases presenciales sean una realidad, habrán de introducirse numerosas acciones para reducir la brecha.
Un verdadero desastre educacional en el país es el que reveló el Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA), examen aplicado entre marzo y abril de este año a 1,8 millones de estudiantes del país. La principal conclusión del estudio de los resultados es que los alumnos entre sexto básico y cuarto medio obtuvieron bajos rendimientos en base al currículum priorizado durante 2020, y los estudiantes de enseñanza media no alcanzaron el 60% de los aprendizajes necesarios, es decir, el equivalente a nota 4,0.
Se trata de un verdadero "terremoto educacional", como lo describió el ministro de Educación, Raúl Figueroa, y lo más preocupante es que los resultados se prolongarán en los próximos años, sobre todo si no se toman las medidas remediales necesarias a medida que se vayan reactivando las actividades académicas presenciales.
Al respecto, el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de Educación, Daniel Rodríguez, admitió que "los resultados son peores de lo esperado: ya lo habían adelantado varias instituciones internacionales, pero es muy chocante verlo constatado en los datos y los testimonios de los directores que aplicaron. El sistema no se recuperará solo y tenemos mucho trabajo pendiente".
En efecto, un reciente informe de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Orealc/Unesco) subrayó la importancia de fortalecer los recursos de información para entender los efectos de la pandemia, dimensionar el alcance e impacto de las medidas llevadas adelante y planificar el retorno a la presencialidad. La entidad recomienda, sobre todo, colocar en el centro de las políticas a las poblaciones con mayor riesgo de exclusión, quienes necesitan hoy más que nunca acciones concretas y efectivas para que no se profundicen las desigualdades.
Esta realidad hace necesario enfatizar que el regreso a las clases debe incluir los recursos y capacidades suficientes para comenzar a trabajar en la reducción de la profunda brecha formativa generada por la suspensión de las actividades presenciales.