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Voto obligatorio
Una ciudadanía empoderada es la que participa cuando es consultada y desde el 5 de octubre recuperó el voto como herramienta de inclusión, expresión y participación. Llegó un momento en que se vio tal madurez cívica, que se logró la inscripción automática al llegar a la mayoría de edad y la voluntad y decisión de cada uno para ir a votar.
Hoy, con la escasa concurrencia del domingo a la segunda vuelta de gobernador regional, las voces de volver al voto obligatorio acapararon la atención transversal. Sería bueno que así sea, que todos tengamos la garantía de derechos constitucionales como algo inherente a la dignidad humana y que, al mismo tiempo, podamos todos participar y legitimar la soberanía de gobernar para todos de los electos como autoridades en el futuro próximo.
Eduardo Nievas Muñoz
Estatuto de garantías
Comentando lo dicho por Daniel Jadue -"yo voy a pedir un estatuto de garantías a la DC y a los militares"-, el ministro de Defensa, Baldo Prokurica, hizo un llamado a no involucrar a las Fuerzas Armadas en campañas políticas. Con relación al involucramiento de los militares en política partidista, cabría citar al profesor Bernardino Bravo Lira: "En realidad el que hizo el golpe de Estado fue el propio Allende y lo hizo el 9 de agosto, cuando llamó a los comandantes en Jefe al Gobierno y él mismo dijo a la prensa y por televisión: 'Este es mi último gabinete', porque la única manera de evitar su propia deposición era neutralizar a los comandantes en Jefe, creyó él".
Adolfo Paúl Latorre
Clases a distancia e inclusión
Frecuentes han sido las notas de prensa que muestran a niños en el techo de sus casas, o al costado de un camino, siguiendo con dificultad una clase a distancia. Sin embargo, hasta ahora, pocas notas de prensa han retratado la dura realidad que deben vivir cientos de estudiantes de educación superior en situación de discapacidad en el contexto de pandemia.
El rol de las universidades en esta temática no se puede soslayar, mucho menos en tiempos de pandemia. Sin embargo, las barreras a la inclusión persisten. Ejemplo de ello es que una breve revisión de los websites de las 18 universidades estatales que componen el CUECh (Consorcio de Universidades del Estado de Chile) revela que sólo tres de ellas los tienen adaptados a un formato inclusivo; es decir, en donde el estudiante podría agrandar el tamaño de la letra, mejorar los colores u oír el contenido disponible de su universidad.
Si bien no todo es desalentador, ya que al menos hay siete universidades estatales que declaran explícitamente tener vías de admisión especiales para este grupo, es necesario preguntarse por las formas de acompañamiento que garanticen el acceso, la permanencia y titulación de estos estudiantes. Para ello se vuelve urgente revisar el actual formato de clases virtuales, modalidades de evaluación y apoyo pedagógico adaptado, entre otros, en el escenario que la pandemia ha desatado y ver si esas prácticas están contribuyendo o no a una inclusión efectiva.
A 14 meses de iniciada la pandemia en Chile, y a sólo semanas de haber elegido a quienes redactarán la nueva Constitución, el derecho a garantizar una educación de calidad e inclusiva se vuelve crucial. Un desafío al que todas las universidades están llamadas a sumarse. Necesitamos un cambio de enfoque, uno que vaya mucho más allá de la mera empatía y que sea capaz de fundamentarse poderosamente en el reconocimiento legítimo y digno de dar respuesta a las necesidades del otro.
Quizás sólo así podamos vencer esa otra consecuencia de la pandemia, esa que vuelve invisible una vez más a las personas en situación de discapacidad.
Roberto Polanco-Álvarez
Mujeres en puestos directivos
El reciente nombramiento de Elisa Araya como la primera rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación es un importante hito en la incorporación de mujeres en puestos de alta responsabilidad. Pese a ello, aún existe una gran brecha entre la población femenina y su presencia en la toma de decisiones en las empresas. La lentitud del avance en la materia afecta la representación de la mirada de los stakeholders de las compañías.
Para resolver esto la empresa debe partir siendo consciente de ella, haciendo un diagnóstico para levantar información de su participación femenina. Además, puede exigir presencia diversa de candidatos a ciertos puestos, pues es común que una empresa con mujeres en altas posiciones contrate más mujeres en otros cargos, generando así ecosistemas de nuevos talentos en desarrollo. Finalmente, debe hacer esfuerzos por medir cada paso que dé. No olvidar que lo que no se mide, no se conoce, y lo que no se conoce, no se puede mejorar.
Francisca Valdés y Carolina Eterovic, directoras ejecutivas de Mujeres Empresarias