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"Cultura de la cancelación"
La cultura de la cancelación lleva buen tiempo instalada en la sociedad. Quizás desde 1818, cuando los gobiernos de la naciente república encargaron la redacción de una historia oficial que ensalzara la gesta patriótica en desmedro de la "tiranía del godo". Así partió esto de patriotas buenitos y españoles malvados, y así pocos recuerdan hoy que en los parlamentos de Quillín de 1641 y 1647, los mapuche fueron incorporados a la corona castellana como un reino autónomo, sujeto a sus propias autoridades, con fueros propios, estableciendo la frontera en el río Imperial. Tampoco se recuerda que en la guerra civil de 1810 a 1825, los mapuche asistieron como tropas auxiliares al estandarte del rey, quienes luego de la derrota del Maipo concentraron sus reducidas fuerzas en Chiloé, tal como lo rememora, con orgullo, el himno de esa localidad, "el último reducto español".
A su vez, al menos en términos de historia oficial enseñada en los colegios, no hay mención al hecho de que la Pacificación de La Araucanía (1860-1883) fue una campaña de invasión y anexión de territorio internacional (por los fueros de Quillín), organizada en tiempos de la república. Es cierto, a la llegada de los españoles-peninsulares había un importante número de pueblos originarios que, por procesos históricos y geopolíticos, se vieron obligados a suspender sus conflictos e integrarse por la fuerza al primer imperio global de la historia, el más grande en expansión territorial, el que construyó más universidades, quedando afectos a legislaciones especiales que les protegían de los intereses privados de más de algún inescrupuloso europeo que no representaba a la corona.
Celebro el avance del proyecto de ley para incorporar al We Tripantu al calendario de efemérides, pero lamento que se siga borrando con el codo la tradición hispánica de la que somos herederos, con la minimización del 12 de octubre de 1492. La cancelación sigue insistiendo en que nuestra nación nació hace poco más de 200 años en 1810, en el día de la instalación de la primera junta gubernativa del reino, y no hace 480 años, con la fundación de Santiago del Nuevo Extremo, futura capital del Reino de Chile.
Los que enarbolan las ideas de la plurinacionalidad debieran tener presente junto con la Wenufoye, la Wiphala y la Te Reva Reimiro, a las Aspas de Borgoña, para así reconocer fielmente nuestros orígenes multiculturales.
Francisco Castro-Felicori, magíster en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Día de Pueblos Originarios
El recientemente creado Día de los Pueblos Originarios presenta dos problemas: uno de forma y otro de fondo. Con respecto al primero, una muestra más del populismo y desconexión de la realidad que se vive en el Congreso y parte del Gobierno, sólo diré lo que cientos de chilenos debieron pensar de nuestra clase política, mientras veían sus trámites esenciales y horas médicas ser suspendidas: "nada nuevo, más de lo mismo". La solución a este problema se podrá vislumbrar en las elecciones de fin de año.
En cuanto al segundo, es importante preguntarse el porqué de un nuevo feriado para recordar una parte de nuestra sociedad. ¿No hubiera sido preferible mantener el 12 de octubre y darle un significado más amplio y enaltecedor?
En estos momentos de división y conflicto que atraviesa el país y el continente, ¿no habría sido mejor convertir ese día en una celebración en la que se festeja no sólo la llegada de los españoles o el descubrimiento de un continente y su población nativa, sino el inicio de la mezcla de culturas, en su mayoría occidentales y nativas, que hoy nos permite existir y de las cuales somos herederos? Tal vez así, festejando la verdadera y especial identidad de Hispanoamérica, la "mestiza", podamos reconocer nuestros orígenes y dejar de lado problemáticas artificiales enquistadas en nuestra historia.
Fernando San Cristóbal Brahm
"Nuestra presencia"
Antes que tú seas, / yo fui y anduve / en estas tierras que hoy habitas, / con sus mares y sus vientos / que nos vieron ser.
Nuestra sangre aún corre / por estas venas de aquellos que pertenecieron / a estas ancestrales querencias.
La fuerza nueva está presente / como si ayer fuera, / aún late la raza que sustenta nuestra herencia aborigen, / emergida cual semilla / humedecida desde arriba por la lluvia, / el Sol y la Luna, padres verdaderos que iluminan.
Nuestro pueblo ya no espera: / construye ahora con nobleza y esperanza / la añorada patria nueva.
Marlene Cárdenas S., profesora
Estatuto de garantías
El estatuto de garantías a firmar por el alcalde Jadue debería evitar que su Gobierno desee feliz cumpleaños a Kim-Jong-un, dictador hijo de Corea del Norte, como lo hacían los dirigentes del PC chileno hasta hace pocos años con el dictador padre, Kim-Jong-il.
José Luis Hernández