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-No. No era esperable. La inteligencia norteamericana había estimado que a los talibanes les tomaría tres meses entrar a Kabul y, al final, fueron horas. Mas allá del fracaso de la inteligencia, lo que está claro es que las tropas afganas no lucharon y se rindieron por varias razones. Si Estados Unidos había negociado públicamente con los talibanes el retiro de tropas, los afganos deben haber pensado: "Entonces, ¿por qué luchar? Mejor negociar". Además, en Afganistán pesan mucho las diferencias étnicas, una corrupción extendida y los "señores de la guerra" que tienen sus propias milicias, todo lo cual sin duda erosionó a las fuerzas armadas nacionales. Los talibanes en 1996 surgieron para poner orden en un escenario caótico de guerra interna y corrupción, y ahora triunfaron en un escenario de agotamiento de la presencia militar de Estados Unidos y de un gobierno débil en Kabul.
-¿Cuán poderosos son los talibanes en Afganistán?, ¿no se debilitaron desde que fueron derrocados?
-En un país tan dividido por factores étnicos, regionales, por individuos que comandan milicias en diversas zonas del país, los talibanes tienen el poder de la unidad religiosa basada en una interpretación extrema del Islam, y el de la influencia sobre una sociedad tribal, especialmente en las áreas rurales. Además, cuentan con el fuerte apoyo de la policía secreta de Pakistán que los ha respaldado y amparado desde hace años.
-El retiro estadounidense, ¿fue una mala decisión de Biden?, ¿tenía algún otro curso de acción posible considerando los acuerdos que dejó Trump?
-La decisión del retiro de las tropas norteamericanas se venía discutiendo desde hace varios años y, de hecho, fue Donald Trump quien concretó un acuerdo con los talibanes en Doha para retirar las tropas antes del 1 de mayo, a cambio de una promesa de que Afganistán no sería nuevamente un santuario para Al Qaeda y el Estado Islámico. Biden no tenía otra opción que honrar ese acuerdo y retirar las tropas. Pero la ejecución del retiro ha sido de una incompetencia sorprendente y sin la debida coordinación con los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, que también tenían contingentes en terreno.
-Usted estuvo en Afganistán en 2003, muy poco después de que se acabara el régimen talibán. ¿Qué impresión le dejó el país?, ¿qué resabios del régimen se podían percibir?
-Estuve en Afganistán como presidente del Comité de Sanciones contra Al Qaeda y los talibanes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, ONU. Viajé con un fuerte contingente armado de la policía de Naciones Unidas y en un avión de la ONU, pues no se me permitió ir en un vuelo comercial por razones de seguridad. En esa época los talibanes se estaban reagrupando y atacaban regularmente a las tropas de Estados Unidos y de la OTAN, así como al gobierno que presidía Hamid Karzai, con quien me reuní. Me expresó que ya se sentía decepcionado del gobierno estadounidense, pues la administración Bush estaba más interesada en la ocupación de Irak, en capturar combatientes árabes de Al Qaeda, y no en los talibanes. Afganistán ya empezaba a cambiar, Recuerdo que pedí me llevaran al estadio de Kabul, pues recordaba las imágenes de los asesinatos de mujeres a manos de los talibanes que obligaban a la gente a presenciarlos, y me encontré con la grata sorpresa de que había niños jugando fútbol. Por esas memorias del anterior régimen talibán es que hay tanto temor ahora, especialmente entre las mujeres que han ganado grados de autonomía en la educación, las profesiones, la vida política, el deporte, etc. Todo eso está en el aire ahora.
-Entiendo que entonces conoció al recién depuesto presidente Ghani, quien entonces era ministro. ¿Cómo debe interpretarse su huida y por qué fracasó en su intento de lograr la paz con los talibanes?
-Efectivamente, en esa visita me reuní con el hoy expresidente Ashraf Ghani, quien era ministro de Finanzas, y me pidió algo que me sorprendió: que le consiguiese un par de economistas chilenos para que los asesorasen durante unos dos o tres meses. Transmití esa petición a nuestra Cancillería, pero nunca pasó nada. La impresión que tuve de Ghani fue que él era eminentemente un tecnócrata, formado en Occidente, y no un político fogueado o un luchador en la resistencia armada. No me sorprendió su huida, en el cuadro de desmoronamiento de la resistencia del ejercito a los talibanes.
-¿Por qué razones existen tantas tensiones en el Estado afgano entonces y ahora?
-Es la combinación del tribalismo premoderno con el siglo XXI, las diferencias étnicas entre la mayoría pastún y las demás etnias, los focos de poder de los señores de la guerra y del narcotráfico, y la influencia de países vecinos y del entorno regional. Recordemos que Afganistán fue invadido por la entonces Unión Soviética y la lucha de los muyahidines -los predecesores de los talibanes-, con el apoyo de los Estados Unidos, obligó a Moscú a emprender su propia retirada.
-¿Qué rol juega Pakistán en la situación actual?
-Pakistán es el vecino más influyente en Afganistán. La policía secreta de ese país, la ISI, ayudó a establecer, financió, apoyó, e incluso peleó junto a los talibanes cuando se produjo la invasión de la OTAN, con posterioridad al 11 de septiembre de 2001. Después del derrocamiento del régimen talibán en 2001, sus principales comandantes se refugiaron en Pakistán y funcionaban a vista y paciencia de todo el mundo. Hay una anécdota interesante: cuando los talibanes estaban a punto de tomarse el poder a mediados de los años 90, a un joven Karzai, quien había apoyado su ofensiva, le ofrecieron ser embajador en la ONU. Le dijeron que sus instrucciones las recibiría nada menos que de la Cancillería pakistaní. Declinó el ofrecimiento.
-Las imágenes de personas intentando aferrarse a aviones a punto de partir son impactantes. ¿Es justificado ese temor?
-Creo que el temor es justificado, Afganistán cambió en los últimos 20 años y ahora hay una generación joven conectada al mundo, a internet, a Twitter y WhatsApp, a las telenovelas de Turquía y la India, a la educación universitaria, al comercio y el emprendimiento. Esas personas ven su vida en riesgo, pues saben de la represión de las mujeres, de la música, del deporte, durante el régimen talibán de 1996 a 2001.
-Incluso la palabra" talibán" se convirtió en sinónimo de extremismo y rigidez. ¿Pudo haberse suavizado esa actitud?
-No creo que exista un talibanismo benigno. Sus principales líderes han advertido que, si bien estarían dispuestos a conformar un gobierno inclusivo y a respetar los derechos de las mujeres, que ello ocurrirá en el marco de la "ley sharía". Ya ha habido represión talibán y muerte de personas que valientemente, y sin precedentes, han protestado en las calles.
-Fue un régimen particularmente estricto sobre la participación femenina en la sociedad y destructivo del patrimonio cultural. ¿Son facetas que ahora pueden volver?
-Las mujeres tienen, especialmente, un justificado temor. En algunas ciudades se han cerrado escuelas de niñas, hay informaciones creíbles de "matrimonios forzados" de combatientes talibanes con adolescentes y niñas -lo cual no es más que esclavitud sexual-, y los "burkas" o velos se han agotado en el comercio, pues muchas mujeres no poseían esa prenda y ahora piensan que usarlas es una opción para sobrevivir. La diferencia es que hoy la comunidad internacional está más interconectada y es más vigilante, lo cual puede explicar las declaraciones tipo relaciones públicas de los talibanes.
-El régimen ha intentado mostrar una mayor tolerancia respecto de las reglas sobre las mujeres, permitiendo, por ejemplo, que en la televisión estatal ellas aparezcan sin cubrir el rostro y haciendo entrevistas. ¿Es posible ese cambio?
-Tengo serias dudas. La conductora con el rostro descubierto que entrevistó a un líder talibán pareció una señal de apertura. Pero en ese mismo canal despidieron a todas las mujeres periodistas.
-Si la consideración de la situación de la mujer se radicaliza, ¿puede significar un desastre humanitario respecto de ellas?
-Sin duda. Lo alentador es que algunas mujeres ya han salido a la calle en Kabul a demandar sus derechos frente a combatientes talibanes. Por otra parte, muchas mujeres profesionales, que serían importantes para el futuro del país, ya se han ido de Afganistán o están intentando hacerlo.
-¿Qué consecuencias geopolíticas, a grandes rasgos, puede tener el resurgir talibán?
-Varios países vecinos mirarán con inquietud lo que suceda. Un régimen talibán que sea santuario y fuente de irradiación yihadista para Al Qaeda y el Estado Islámico preocupará, por ejemplo, a Rusia y a China, que tienen sus propias comunidades musulmanas. Irán es un país chiita y tener un régimen sunita militante en Kabul seguramente lo verá con inquietud. La India, por su rivalidad con Pakistán, considerará que este escenario le es adverso. Y Estados Unidos, por cierto, prestará especial atención a lo que ocurra en Afganistán. En fin, un gobierno talibán no dejará a nadie indiferente en el vecindario regional y global.
-¿En qué pie queda un posible fortalecimiento del terrorismo islamista en la región y más allá de ella?
-Eso está por verse. Hay quienes piensan que Al Qaeda y el Estado Islámico ya deben estar haciendo planes para instalarse en Afganistán. Pero los talibanes saben el costo que eso puede acarrearles.
-Si Estados Unidos ha perdido capacidad de conducción en la zona, ¿podría tomarla otra instancia internacional?
-Bueno, en el caso de Afganistán la única opción sustentable es la diplomacia, y seguramente de un conjunto de países y no sólo de Estados Unidos. Naciones Unidas tiene un papel, pero centrado en una dimensión humanitaria.
-¿Qué actitud debiera tomar Chile respecto a todo lo que pasa en Afganistán?
-Chile debe ayudar en todo lo que esté a su alcance para proveer alivio humanitario a mujeres y niñas. Colaborar con la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (o ACNUR) y con las ONG humanitarias reconocidas, es un camino.
la evacuación desde el aeropuerto de kabul, esta semana, ha sido caótica. Muñoz dice además que el retiro de tropas fue de una "incompetencia sorprendente"
"La decisión del retiro de las tropas norteamericanas se venía discutiendo desde hace varios años y, de hecho, fue Donald Trump quien concretó un acuerdo con los talibanes en Doha para retirar las tropas antes del 1 de mayo".
"En Afganistán ahora hay una generación joven conectada al mundo, a internet, a Twitter y WhatsApp, a las telenovelas de Turquía y la India, a la educación universitaria, al comercio. Esas personas ven su vida en riesgo".