"Hay que hacer de la intimidad un arma"
La narradora chilena Alejandra Costamagna cuenta cómo se las arregla para ver a las personas que inspiran sus historias, a través de la mascarilla. En "Imposible salir de la tierra" (Laurel) están los mejores cuentos que ha escrito en el último tiempo.
Para sus cuentos, Costamagna hace foco en la vida cotidiana: "siempre vamos a encontrar alguna fisura".
Los 12 cuentos recién publicados por Alejandra Costamagna muestran una visión exasperante de la locura cotidiana. En "Imposible salir de la tierra" (Laurel, cinco años atrás editado en Perú y México) se recogen las historias escritas por la autora desde el año 2005: "Animales domésticos", "Últimos fuegos", "Naturalezas muertas", "La epidemia de Traiguén".
La escritora, periodista y doctora en Literatura cuenta cómo fue armar esta antología: "Los cuentos fueron escritos en distintos períodos, pero al reunirlos y darles el orden que tienen en este libro pasaron a establecer relaciones inesperadas. Al revisarlos descubrí que había ciertas afinidades temáticas: relaciones desfondadas, el deseo y el placer como contracara de la pérdida, el incesto, la maternidad: las mugrecitas que se alojan bajo la alfombra y un hilo de extrañeza que a veces bordea el delirio. En el armado no le hice el quite a las similitudes, sino que las potencié y las volví más palpables. El trabajo fue ecualizar los tonos de cada universo: que conviviera el absurdo o lo onírico con el realismo en un mismo campo abierto".
La pluma de Costamagna ha sido reconocida con premios nacionales como los Juegos Literarios Gabriela Mistral, Altazor, Círculo de Críticos de Arte, Mejores Obras Literarias y Atenea. Además, la han premiado internacionalmente con el premio Anna Seghers, de Alemania. Hace 3 años fue finalista del Premio Herralde en España, con su novela "El sistema del tacto" (Anagrama). La obra de la chilena también ha sido traducida a varios idiomas.
-Los personajes de tus cuentos no son lo que llamamos "normales". ¿Cuál es tu idea de normalidad? ¿Existe?
-La normalidad tiende a ser un patrón cultural, un mandato que ordena nuestras conductas. Y escribir es desordenar. Escribir implica siempre desestabilizar algo. No sé qué tan consciente soy al hacerlo, pero sin duda hay un énfasis (casi una fijación, diría) en la huida de ciertas estructuras que nos moldean, en correrse hacia un lado o desdibujarse. Mis personajes no se acomodan del todo, suelen estar un poquito fuera de órbita, a veces con la brújula medio torcida, desfigurados, un poco "raros" para el resto. Son seres que confluyen en esa "rareza". Quizás, integrantes de una misma familia descuajeringada, patas para arriba. O personajes secundarios de una película a la que llegaron de chiripa. Y aparecen como notas disonantes o erratas en las páginas de los horizontes normativos.
-Todo esto me hace pensar en cómo observas a las personas. ¿Cómo te las arreglas para "sacarle la película" a las personas con mascarilla?
-Ah, la mascarilla me parece fantástica para mirar a las personas. Porque puedes observar otras cosas: la sonrisa o la molestia que transmite una mirada, los gestos corporales, el
Por Cristóbal Gaete
"Debajo de la máscara están las contradicciones, las torceduras, el cabe pelado. Los personajes, a la larga, son pedacitos de personas a las que estrujas la pulpa".
Alberto Sierra