Emergencia agrícola
La extensa sequía por la que pasa el país ha provocado graves efectos en el agro, obligando a disponer medidas para garantizar su disponibilidad en el campo. Los Lagos es una de las regiones en las que el Gobierno decretó emergencia agrícola en el país para facilitar la destinación de recursos.
La prolongada sequía que ha afectado al país desde hace 12 años ha generado una situación muy compleja, especialmente en zonas agrícolas, considerando que los últimos años han sido considerados entre los más secos de los que haya registro. Los suelos cultivables se afectan por falta de precipitaciones y de las sequías prolongadas, que no sólo repercute en los cultivos y en la ganadería, sino también en las condiciones de vida de las personas que habitan estos lugares.
Los datos son peores en materia de caudales. Cada año la nieve caída se derrite más rápido por las temperaturas más altas, por lo tanto, hay más evaporación y el riego se hace menos eficiente. Se trabaja para acumular las mayores reservas de agua posibles en embalses y buscar otras fuentes de abastecimiento. El agua es un elemento clave en el bienestar de la población y tiene un impacto positivo en la vida de las personas, al incidir en la seguridad alimentaria y energética, la salud y el medio ambiente. Debido a la sequía prolongada, el Gobierno declaró emergencia agrícola en las regiones de Los Lagos, Coquimbo, Valparaíso, O'Higgins, Maule, Ñuble, Biobío y Metropolitana, lo que ha significado más recursos para apoyar a los agricultores.
El plan para enfrentar mejor la escasez hídrica incluye fondos especiales para ayudar a pequeños agricultores a tecnificar el riego, construir tranques y obras de riego para fomentar la transformación productiva, fondos concursables para agua potable rural y para investigaciones científicas. Entre las medidas extraordinarias anunciadas por el Gobierno está la elaboración de planes de gestión de 101 cuencas de ríos en el país; triplicar la inversión pública en agua potable rural; proteger los ecosistemas productores de agua, y las aguas subterráneas; impulsar la construcción de la red de plantas desaladoras de agua, que ya permite desalar más de 6.600 litros por segundo; duplicar la inversión en riego tecnificado, construir tranques, impermeabilización de canales de regadío, y máxima urgencia a la extensión de la vigencia de la ley de fomento del riego, con foco en la pequeña y mediana agricultura.
Esto, más las acciones para cuidar el recurso y hacer más eficiente su uso, debiera ayudar a atenuar los efectos de esta prolongada sequía.