A medida que ha ido menguando la preocupación ciudadana en torno a la pandemia, merced a un exitoso programa de vacunación del Gobierno y a la, ojalá, mantención de las medidas de autocuidado de la población, vuelven a aflorar ciertas prioridades que en algunos casos son de larga data, como la delincuencia y las condiciones para una adecuada calidad de vida de las personas, muy sensibilizado luego de 18 meses de encierro forzado y/o voluntario. Entre estas inquietudes, ha reemergido con fuerza en Puerto Montt la sensación de vivir en una ciudad oscura y descuidada, como se ha planteado en columnas de opinión y Cartas al Director publicadas en este diario.

En cuanto a la falta de iluminación, se ha argumentado desde los organismos responsables que se debe, por ejemplo, en el sector del camino a Pelluco, a las conexiones irregulares que se realizan desde la toma que crece día a día sin control y con lo que a estas alturas ya parece ser la anuencia del Gobierno hacia la ocupación ilegal de terrenos; mientras que en otros sectores se explica en acciones vandálicas que redundan en la alteración del sistema eléctrico. Sea como sea, se ha hecho evidente que efectivamente hay mala iluminación en amplias zonas y que esto, por cierto, afecta la sensación de seguridad ciudadana.

En lo que respecta a la "ciudad descuidada", como se ha señalado, no hay duda que se requiere de una mayor eficiencia y periodicidad en el sistema de aseo de la ciudad, mediante un programa o campaña que involucre a la ciudadanía en su conjunto. En su calidad de capital regional y una de las más pujantes ciudades del sur del país, Puerto Montt se merece un mejor trato y una apariencia a las alturas de lo que es, sobre todo si cuando termine la pandemia, se aspire a retomar con determinación la actividad turística que tantos empleos genera gracias al encadenamiento productivo.

Ha de asumirse, sin complejos, que el semblante de Puerto Montt requiere de una atención preferente de parte de las autoridades, comenzando por la deficiente iluminación y el descuido urbano.

80 años | 26 septiembre de 1941

En 2 ciudades levantarán los secadores de grano

Mario Otto, el agrónomo provincial, regresó recientemente de Santiago y dio a conocer que ya se realizan trámites para comprar los terrenos donde se instalarán los secadores de grano, tanto en Puerto Montt como en Puerto Varas. Estas obras son clave para garantizar la conservación de la producción agrícola en esta zona.

20 años | 26 septiembre de 2001

Delfines finiquitan a jugadores del plantel

La reunión de la Comisión Fútbol de Deportes Puerto Montt trajo consecuencias. El presidente, Fernando España, dio a conocer que dos jugadores que estaban apartados del primer equipo fueron finiquitados. Se trata de Claudio Lizama y Jorge Gómez, quienes están molestos con la decisión. El albiverde marcha colista.

10 años | 26 septiembre de 20110

Puerto Montt cae ante Curicó y retrocede lugares

En la medianía de la tabla acumulada quedó Deportes Puerto Montt tras caer 3-1 ante Curicó, en condición de forastero. El club albiverde, pese a tener más opciones de gol, no fue capaz de doblegar la resistencia del portero Luis Santelices. El descuento para los puertomontinos lo marcó Luis Acuña, a los 75 minutos.

Algo tenemos los seres humanos que a veces somos más rápidos para construir muros y cavar abismos que para elevar puentes y botar cercos. En estos días nos han llegado a través de la televisión imágenes de miles de desplazados, muchos de ellos haitianos que estuvieron en Chile, tratando de entrar a Estados Unidos, pero que son rechazados por policías a caballo. Imágenes que nos recuerdan el muro que se ha construido en parte de la frontera entre Estados Unidos y México para impedir el desplazamiento de personas que buscan una mejor oportunidad de vida en las tierras del norte.

Lamentablemente no es el único muro. En la tierra que recorrió Jesús hace dos mil años, también se ha levantado recientemente un muro entre israelitas y palestinos. Pero el ejemplo más ignominioso de esta iniciativa tan penosa fue el muro de Berlín, levantado para separar a las personas por una decisión ideológica totalitaria, que en definitiva causó la muerte de centenares de personas en sus aproximadamente 30 años de nefasta existencia.

También ocurría así en tiempos de Jesús. En una ocasión uno de sus discípulos le cuenta que una persona, que no era del grupo de ellos, expulsaba demonios en el nombre de Jesús y que habían tratado de impedírselo. Jesús se da cuenta de la mirada estrecha de su discípulo y lo invita a descubrir lo positivo que puede surgir en aquellos que no forman parte del grupo de pertenencia (cf. Lc 9,49-50).

Los temores e inseguridades humanas nos llevan a desconfiar de quienes no pertenecen a nuestro entorno de confianza. Cuanta suspicacia, duda y desprecio se anida en el corazón humano cuando vemos a alguien distinto, que viene de otro país o que no piensa como nosotros. Cuanta energía y creatividad gastamos tratando de separarnos de los demás.

Muy distinto sería nuestro país si pusiéramos nuestra mirada limpia en las necesidades de los demás e hiciéramos un genuino intento para descubrir la originalidad que cada uno tiene y aporta. Si pudiéramos limpiar nuestra comprensión de la estrechez que nos imponen las ideologías, las miradas superficiales o simplemente nuestros temores al desconocido, entonces, crearíamos un país más amigable, atento y cordial, que tanta falta nos hace para mirar al futuro con esperanza y alegría.

Fernando Ramos Pérez, arzobispo de Puerto Montt