Violencia contra la mujer I
Según datos de la OMS, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida y la mayoría de las veces el agresor/a es la pareja. A la sombra de estas cifras, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, tópico que, dados sus alcances, se convierte en un tema de salud pública.
Lamentablemente, durante estos casi dos años de pandemia, la prevalencia de casos de violencia de género ha aumentado. Muchos factores han agravado esto: el confinamiento, el estrés, la falta de acceso a servicios de salud, el cuidado en solitario de los hijos e hijas, la pérdida de trabajo o baja de ingresos, han puesto a las mujeres en un escenario de desigualdad importante. Esta violencia de género va más allá de los golpes, malas palabras o la agresión sexual, muchas veces está "disfrazada" y las mujeres no siempre son capaces de verla.
Es aquí donde el rol de los profesionales de salud cobra relevancia, en especial de los matrones y matronas. Tenemos el deber de educar a las mujeres, orientar, informar y esclarecer sus dudas en estas temáticas, así como también prestar atención a la población mas vulnerable: niñas, niños, adolescentes, mujeres migrantes, mujeres que viven en ruralidad y en zonas extremas.
Las secuelas de esta pandemia y de la violencia afectan distintas áreas y no sólo a la mujer, sino que a sus hijos, hijas y a la sociedad entera. Por ello es urgente visibilizar este tema, tarea en la que matrones y matronas estamos llamados a seguir acompañando y contribuir a la superación de este problema y lograr esa salud de calidad, integral y equitativa que tanto anhelamos.
Jacqueline Sepúlveda, académica de la Universidad San Sebastián
Violencia contra la mujer II
La crisis sociosanitaria producto del covid-19 y sus consecuencias como el distanciamiento físico y las restricciones de movilidad, han significado que el flagelo de la violencia contra las mujeres se haya agravado. Las mujeres, adultas y niñas, se han visto obligadas a permanecer con sus agresores, impedidas al acceso expedito y oportuno a redes de apoyo para pedir ayuda.
Si bien conocemos las cifras de llamados de auxilio, que han aumentado en un 43,8% entre enero y septiembre de este año, aún no sabemos el real impacto que tendrá el incremento de la violencia contra las mujeres a largo plazo. Deterioro en el ingreso económico, autoestima, salud y estabilidad emocional y laboral son sólo algunas de las consecuencias que tendremos que enfrentar.
Aunque las organizaciones gubernamentales han instaurado canales de denuncia vía teléfono y WhatsApp, estas distan mucho de ofrecer una real solución a las mujeres que experimentan día a día lo que significa vivir con miedo. Por otra parte, hemos visto como los movimientos feministas han venido visibilizando, producto de la contingencia nacional, como por décadas se ha normalizado todo tipo de violencia contra las mujeres: física, psicológica, sexual y económica.
La pregunta es, ¿qué estamos haciendo los chilenos para acabar con esta vulneración a los derechos de las mujeres y niñas? El llamado es a no permanecer indiferentes, a salir de nuestra zona de confort e involucrarnos en terminar con la violencia machista que no sólo afecta a las mujeres, sino a las familias y a la sociedad en su conjunto.
Viviana Donoso, académica de la Universidad de Las Américas
Golpe al populismo
Las derrotas de Marcelo Díaz, Gabriel Silber, Adriana Muñoz y Miguel Crispi, entre otros, no son sólo electorales, sino que también golpes directos al populismo. Estos candidatos fueron símbolos de los dañinos retiros de pensiones e infundadas acusaciones constitucionales que no hicieron más que mancillar el futuro de los chilenos y la reputación de nuestro país en el exterior.
Bien que Chile haya despertado.
Renata García D.
Parisi y Black Mirror
La irrupción de Parisi parece capítulo de la serie Black Mirror.
Sergio Paredes
Educación intercultural
La interculturalidad se designa a políticas de integración de pueblos originarios, pero es mucho más. Si bien el término es discutido y difícil de definir bajo una sola línea teórica, su base está en la capacidad de relacionarse con el "otro" y "dialogar".
Una educación intercultural se construye en base a un proyecto político de integración y diálogo, donde se reconocen y valoran las diferencias para poder llegar al "entre", lo común en la diferencia. Sólo a partir del interés por el otro se puede desarrollar la capacidad de escucha, respeto y empatía, que necesitamos frente a la polarización de la segunda vuelta.
Dra. Pilar Valenzuela, académica de la Universidad Autónoma de Chile