Violencia de género
A la fecha, el país debe lamentar el registro de 35 femicidios consumados y 146 en calidad de frustrados,. Es cierto que en los últimos años se ha ido instalando una mayor conciencia sobre la violencia de género, pero queda todavía mucho por avanzar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y ONU Mujeres han advertido que casi un tercio de las mujeres del planeta es o ha sido víctima de violencia física o sexual, generalmente desde muy jóvenes. Según esos referentes, 736 millones de mujeres han sufrido ese flagelo a manos de una pareja o por otras personas. Lo más alarmante es que el fenómeno no ha retrocedido en los últimos diez años y, por el contrario, se ha exacerbado.
El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, con el fin de llamar la atención de todas las personas respecto de los ataques psicológicos y físicos que sufren, muchas veces en sus propios hogares.
En Chile, este año van 35 femicidios consumados y 146 en calidad de frustrados, pero a la vez se tramitan miles de causas en los tribunales por violencia de género. La Cuarta Encuesta Nacional de Violencia Intrafamiliar Contra la Mujer y Delitos Sexuales, que se realizó en todo el país a mujeres de entre 15 y 65 años, reveló que en los últimos años se agudizaron los ataques físicos y psicológicos contra las mujeres. La pandemia y las cuarentenas, junto a los llamados que se hicieron para que las familias permanecieran en sus casas significaron, entre otros problemas, el aumento de la violencia intrafamiliar.
Debido a la crisis sanitaria, muchas mujeres tuvieron que convivir en forma permanente con su agresor y se les hizo más difícil acudir a las unidades policiales para concretar una denuncia. Pese a las insistentes campañas que se han desarrollado, los ataques a mujeres por parte de sus maridos, parejas o pololos no han cesado, incluso hasta llegar al femicidio, que es la forma más extrema de violencia.
Es lamentable que la sociedad no haya sido capaz todavía de mitigar o erradicar conductas tan dolorosas y terribles como la violencia, aunque se percibe que en la actualidad las mujeres identifican con más claridad lo que son aquellos ataques en el hogar, en el trabajo, en la escuela o en la calle y se atreven a denunciarlos. Esas conductas ya no se consideran "normales", como ocurría de forma nefasta hace unas décadas, lo que revela que hay un lento cambio cultural.