¿Es hora de construir puentes o muros? Tú, sí, tú, ¿eres constructor de puentes o constructor de muros? ¿Cuál es la disposición natural en ti, cuál es la disposición de siempre, la que más asoma? ¿Te sumas o te restas? ¿Ayudas, aplaudes, aceptas, o te opones, rechazas, peleas?
He pensado harto en la humildad en estas últimas semanas y meses. Virtud casi en retiro en los tiempos que moramos. La humildad no pasa por ser sumiso, callar y obedecer; se trata más bien de saber escuchar, aprender, respetar y sobre todo ayudar en lo que sea posible. Antónimos de la humildad, el orgullo, la vanidad, la soberbia, la insolencia. Estos, estos últimos, más bien construyen muros, mientras la humildad tiende puentes.
Creo, humildemente, que es tiempo de tender puentes.
¿Cómo hacer? ¿Qué hacer para evidenciar la humildad? Listo algunas sugerencias. Saluden, saluden cordialmente, entonces saluden con el corazón, abracen, abracen afectuosamente, escuchen, escuchen con atención, sean pacientes, observen, agradezcan, aprendan, comprendan, respeten,... Y luego, luego de un tantico de reflexión, ¡qué!, incorporarse, ponerse en movimiento, no esperen, ¡muévanse!, pónganse en dirección de su prójimo, ¿cuál?, ¿cuál es tu prójimo? Lo tienes a tu lado, es aquel que está próximo a ti, lo llamamos tú, lo llamamos usted.
Es tiempo de tender puentes. No nos aislemos, no levantemos banderas indiscriminadamente, no solo existe el yo, también está el tú, miremos con atención a nuestro alrededor, ¿qué vemos?, ¿a quién vemos, a quiénes vemos? ¿Se asemejan a ti, a nosotros? ¿Quién es él, quién es ella? ¿Cómo es él, cómo es ella? ¡Preguntémosle! Saber su nombre es buen comienzo, y así… A poco andar descubriremos cuán semejantes somos, que son más las semejanzas que las diferencias. Y,… así advertimos que reímos de las mismas situaciones, que nos condolemos de lo mismo, que nos gustan las mismas comidas, que tenemos aficiones parecidas, que acariciamos mismos sueños y que, bajo mismas circunstancias, reaccionamos de una manera armoniosa, por ejemplo. Es necesario conocernos entonces. Existe otra posibilidad, que, así como tenemos coincidencias, advirtamos nuestras diferencias. Y, ¡qué bueno saberlas! Notarlas, conocerlas, no debe significar darnos la espalda, apartarnos indefinidamente, construir vallas y menos muros o zanjas.
Es tiempo de tender puentes, de abrir puertas, construir lazos, caminar juntos, en la misma dirección. Es posible, sí, es posible. Sé, sean, seamos constructores de puentes! ¡Ya!