Me imagino cuán pendiente estarás de las noticias. La experiencia de la cárcel debe ser muy dura y la posibilidad de salir en libertad te entrega esperanza. Hemos sabido de malos tratos que resultan completamente inaceptables. En esas circunstancias, no querrás escuchar una voz disonante, pero a pesar de eso hago el intento de escribirte.
Hace unos días, un antiguo político de la Unidad Popular declaró: "Gabriel Boric debiera indultar a todos los grupos que participaron en la movilización social, porque ningún grupo que participó en la movilización social iba con el ánimo del saqueo o el asalto". Inmediatamente se me vino a la mente una película todavía más antigua que la UP: Arsénico y encaje antiguo. En ella, unas encantadoras viejitas reciben ancianos abandonados en su casa, los tratan muy bien, les entregan bellos consejos espirituales y, cuando están listos para irse al cielo, les dan una ración de cianuro con el desayuno. Cuando uno les preguntaba qué habían hecho, su respuesta era clarísima: ellas se preocupaban de mandar viejitos al paraíso, para que sean eternamente felices.
Sin embargo, nuestras amables viejitas tenían una confusión filosófica semejante a la de nuestro político. Ellas no distinguían entre "¿qué hicieron?" (matar a los viejitos) y "¿por qué lo hicieron?" (para mandarlos al cielo). Quizá él piensa que lo que realmente tú querías hacer era acabar con la injusticia, protestar contra los abusos u otro propósito semejante. Eso tiene que ver con el "para qué", pero lo que realmente hiciste es algo muy distinto. Tú elegiste saquear, quemar o destruir. Los malos tratos que han recibido algunos presos deben ser sancionados, pero eso no los transforma en inocentes.
Hoy no faltan quienes te presentan como un héroe. Entiendo que lo hagan tus seres queridos, pero de un político uno espera que sea capaz de llamar las cosas por su nombre, incluso si es partidario de que salgas de la cárcel. De lo contrario, cualquier diálogo se torna imposible. Si el hecho de que uno valore la intención de una persona permite justificar cualquier cosa, entonces entramos en un terreno muy pantanoso. ¿O resulta que la destrucción sólo es legítima cuando la se ejerce en nombre de la revolución?
No pretendo excusarte, pero no niego que, todavía más que tus delitos, me molesta la glorificación de la violencia que realizan ciertos políticos e intelectuales. Ellos la rodean de un halo romántico, luego tú te crees el cuento, la ejerces y terminas en la cárcel. Utilizan la precariedad y falta de sentido que te afectan para sacar provecho para su causa. Mientras tú estás entre rejas esas personas se toman un aperitivo en el confortable living de su casa.
Ciertamente eres mayor de edad y respondes por lo que eliges creer, pero debo decirte que esta historia se ha repetido muchas veces en el último siglo. Los intelectuales que celebraron a los Montoneros en Argentina, a Sendero Luminoso en el Perú normalmente no pagaron los costos de lo que hacían.
Entre las cosas sorprendentes de la discusión en torno a tu caso hay una que bate todas las marcas. Hasta ahora se había propuesto "indultarte", es decir, de perdonarte toda o una parte de la pena. Ahora, por razones técnicas, se habla de "amnistía", es decir, se borra el delito mismo: quedarías con un papel de antecedentes tan limpio como el de un recién nacido. El metro que quemaste, la infraestructura pública que destruiste, los pequeños negocios que arruinaste nunca fueron quemados, destruidos o arruinados. Todo ha sido una ilusión nuestra: aquí no ha pasado nada.
¿Puede haber razones que justifiquen la aplicación de un indulto o una amnistía? Por supuesto que sí, pero primero hay que mostrar que estamos ante un caso de ese tipo, y los argumentos que hasta ahora hemos escuchado, como el del ex jerarca de la UP, no parecen muy convincentes. ¿Qué queda para ti y para los otros "presos de la revuelta" si de los viejos no recibimos sabiduría, sino frivolidad?