Basura en el borde costero
La acumulación de una tonelada de desechos en un sitio tan tradicional de Puerto Montt tiene que llamar la atención de la autoridad y de la propia comunidad. Puerto Montt está obligado a hacer gala de su envidiable condición de ciudad costera, que le provee de tantas oportunidades.
Es frecuente que en las ciudades mediterráneas, aquellas que no cuentan con borde costero y que están enclavadas en los valles o en las montañas, miren no sin cierta envidia a los complejos urbanos que se desarrollan al lado del mar. Junto con la natural belleza escénica que prodiga a sus habitantes contemplar diariamente el horizonte del mar, se asume que una ubicación así genera amplias posibilidades de progreso, merced a la ingente actividad que hay detrás de la conectividad marítima, la pesca y el motor portuario, de todo lo cual puede dar cátedra Puerto Montt, que de un pequeño poblado de fines del siglo XIX, se ha instalado como el principal centro urbano en la zona sur austral del país.
Pero estas condiciones tan ventajosas exigen también obligaciones, tanto para la autoridad municipal como también para la propia comunidad. Lo que se ha denunciado por estos días en torno al borde costero, a pocas cuadras del centro, es un claro ejemplo de esto. Cualquier usuario de una Costanera que significó una millonaria inversión estatal puede dar cuenta del verdadero lunar negro en que se ha convertido el tramo ubicado entre el Mall Costanera y la caleta de Pichi Pelluco. Un paseo que debiera ser un orgullo de los puertomontinos se ha transformado en un peligroso reservorio de basura de todo tipo, trapos, botellas quebradas y cuánto más.
Afortunadamente, el municipio dispuso, luego que se hiciera pública esta situación a través de este diario, una acción de limpieza en aquel sector, llegando a recolectar una tonelada de desechos. Que se haya llegado a tal cantidad de desperdicios depositados en el borde costero debiera llamar la atención de toda la ciudad. Hay aquí una responsabilidad manifiesta, por cierto, de la corporación edilicia, que es la principal llamada a cuidar a Puerto Montt, pero también de la comunidad, cuyos miembros son los que de manera tan inconsciente van arrojando sus desperdicios en un sitio tan emblemático.
Ojalá que este episodio sirva para que la autoridad mejore sus programas de aseo, y para que la comunidad contribuya a proteger su ciudad.