Violencia escolar tras el encierro
De las muchas especulaciones que se hicieron frente al retorno a las clases presenciales, no figuraban los niveles de tensión en la relación entre los estudiantes. El retorno a la presencialidad debería ser un momento pleno de tranquilidad para los alumnos. Hay que trabajar con urgencia para ello.
El país ha sido testigo de una serie de hechos violentos protagonizados por escolares, que dan cuenta de lo que pareciera ser un inesperado aumento de la agresividad en las aulas. Tal fenómeno se ha hecho presente también en la región, con violencia entre estudiantes en Puerto Montt, Frutillar y Llanquihue. En menos de un mes del regreso presencial a clases parece estar aflorando un problema para el cual no había mayor preparación.
Los especialistas han dicho que tras dos años de permanencia mayoritaria en el hogar y con poca socialización con pares, parece ser que quienes se llevaron la mayor cantidad de efectos son los más jóvenes: con menos experiencia en la convivencia con otros distintos a sus familias, no han logrado desarrollar las normas mínimas para aquello o, al menos, practicarlas. Pero no es la única causa probable, pues fenómenos tan complejos como estos suelen ser multifactoriales. A la falta de socialización se une el estrés de la permanencia en el hogar, donde los golpes anímicos y económicos que han soportado algunas familias no han sido todavía medidos. Por último, está el deterioro de la convivencia a nivel país, donde los debates de ideas han dado pie a discusiones llenas de agresividad y falta de respeto.
Más allá de los diagnósticos es relevante centrarse en la proyección de posibles caminos que llevan a las soluciones. El apoyo a la salud mental es una de las primeras vías, considerando que este período de pandemia ha sido considerado por algunos como el equivalente a vivir una enorme catástrofe o una guerra, que cuando comienza a disminuir deja inevitables secuelas por el estrés y frustración. En un segundo paso, también es clave generar formas de intervenir en estos hechos de violencia, donde los profesores e integrantes de la comunidad escolar deben asumir roles para los cuales no necesariamente están preparados.
El trabajo conjunto con objetivos reconocidos por todos quienes intervienen en esta situación, es decir, familias, comunidad escolar y autoridades, es esencial para trabajar en este tema a tiempo, para que este regreso a las clases presenciales pueda ser vivido plenamente por niños y adolescentes que requieren retomar la experiencia de una manera sana y segura.