Correo
Homenaje a Renato Cárdenas
Otro de los grandes cruzó el espejo y nos debe estar observando desde el otro lado. Me enteré de la partida de Renato Cárdenas, el historiador, el profesor, el maestro, el chilote. Mis recuerdos del primer encuentro con él son muy borrosos y desdibujados en sus detalles. Ocurrió hace 39 años y no estaba solo. Era un adolescente a meses de entrar en la adultez, que formaba parte del tercero medio del Colegio Winterhill y que estaba desde hacía días en su viaje de estudios por tierras chilotas.
Era la primera vez que viajaba tan al sur. Éramos un lote heterogéneo, niños de la dictadura, que disfrutábamos y nos intentábamos acomodar a espacios y condiciones de relación entre nosotros; nuevos, lejos de nuestros espacios naturales familiares o escolares. Después de viajar en tren a Puerto Montt, conocer y conversar con gente dedicada al cultivo de choritos en Calbuco, paseos nocturnos en la costanera de Puerto Montt, atravesando el canal de Chacao, escuchando por primera vez Pargua, llegamos a Castro, donde además de conocer la ciudad, sus palafitos, iglesia y escuela, tuvimos un encuentro con un profesor de historia amigo de Tachi (nuestra profesora jefa que debía lidiar con este grupo de jóvenes impredecibles, cuyo principal objetivo era pasarlo bien), era Renato Cárdenas.
Seguramente Tachi debe haber dicho su nombre, pero obviamente a los 5 minutos a mí ya se me había olvidado. Lo que no se me olvidó nunca fue esa cálida sensación de acogida que nos brindó en su casa en Castro. Se habló de las mingas, vimos algún video sobre esta extraña y notable relación de colaboración entre vecinos. Seguramente Renato nos contó otras cosas de su isla. No lo recuerdo. Pero sí recuerdo esa sensación de bienestar en su casa en Castro. Tuvieron que pasar 26 años antes de que me volviera a encontrar con el maestro. Esta vez, más consciente, igual de olvidadizo, pero con una misión clara y premeditada: poder conversar con él para hablar sobre desarrollo sustentable y así ir completando mi rompecabezas de postgrado que me había impuesto años atrás.
Así, en su casa de Castro, me relató su visión sobre el tema. Cómo el boom salmonero iniciado de manera incipiente mientras ese lote de jóvenes porteños y viñamarinos estábamos en viaje de estudios y acostumbrados a vivir en dictadura, chocó de manera inmisericorde con la cultura chilota que él conocía muy bien. Hablamos de las mingas nuevamente, de las migraciones de los chilotes hacia la Patagonia, de los desafíos hacia el futuro y de Valparaíso.
Al terminar la entrevista me regaló un libro que había escrito en complicidad con otra autora, Chiloé contado desde la cocina, ese espacio que es el corazón y alma de las casas en la isla. "Con el afecto de los porteños de alma y putativos" puso en la dedicatoria. La sensación de cálida acogida afloró una vez más, de manera natural y sin aspavientos. Como son los maestros de verdad.
Marcelo Saavedra
Derechos y deberes
Leyendo todos los artículos aprobados a la fecha por la Convención Constitucional y que se incluirán en el texto final de la nueva Constitución se tiene que...1 00 veces se menciona la palabra derecho(s) que deberán tener las personas... 15 veces se menciona la palabra deber(es), pero son deberes que tendrá el Estado para con las personas. No se mencionan deberes que estarán obligados a cumplir las personas, ni con sus pares y menos con el Estado.
Luis Enrique Soler
Apoyo de Boric a Siches
El Presidente Gabriel Boric respaldó a la ministra Izkia Siches por el problema del avión fantasma con estas palabras textuales: "absolutamente solucionado, conversamos en la mañana, ante los errores uno tiene dos alternativas: hay quienes miran para el lado y se hacen los lesos y hay otros que los afrontan y los enmendan. El caso de la ministra es de los segundos".
No me parece que existan las alternativas que indica el Presidente, esa disyuntiva quedó en el pasado. En estos tiempos nadie puede "mirar para el lado" cuando comete un error significativo, hoy todo está registrado, grabado, protocolizado, etc., es imposible que se oculte un error importante, sea que se hable de un vuelo inexistente, algo demasiado documentado como para tergiversar sus pormenores, o sea que se dé ante las cámaras una cifra claramente incorrecta.
Así pues, la única alternativa es reconocer el error, ofrecer disculpas y tomar las decisiones políticas que correspondan. Errores cometemos todos, enmendarlos es una labor permanente.
José Luis Hernández
Democracia residual
El país ha llegado a un estado de política residual. En lugar de visión de Estado, ahora los unos y los otros definen sus votos según la popularidad y no según lo que se espera de un político: seriedad y mirada de largo plazo.
Mucho me temo que la democracia, tal como la conocemos, está en un punto de inflexión, por culpa de quienes ayer apoyaban los retiros y ahora lo rechazan, y por los que ayer lo rechazaban y ahora lo apoyan.
Esteban Meza
Patrimonio gastronómico
El avance de la ciencia y la tecnología nunca deja de sorprendernos y sus campos de aplicación son sencillamente ilimitados. La cocina no queda ajeno a este desarrollo y lo que antes conocíamos como mayonesa o leche, hoy tienen una variante plant based, cuyo desarrollo estuvo a cargo de inteligencia artificial capaz de mezclar los ingredientes precisos para lograr un producto de apariencia y sabores similares al original.
¿Será posible que el día de mañana sea un software el encargado de preparar los más deliciosos platos de la gastronomía tradicional? La respuesta es categórica: sí. Entonces, ¿qué pasará con nuestros platos tradicionales?
El patrimonio no sólo está relacionado al sabor de un plato, sino a todo lo que lo rodea, todo lo que conlleva para lograrlo: moler el choclo para las humitas, pelar las papas para la cazuela, ir a la caleta o al mercado a conseguir pescado fresco para un caldillo, sentarnos en una mesa cálida coronada con pan amasado, sopaipillas y pebre, etc. Lo que realmente debemos preservar son las tradiciones, que innegablemente hemos perdido con el pasar del tiempo, y lograr juntarnos en familia para disfrutar un plato de comida hecha en casa.
Una tradición que se nos escapa a pasos agigantados y, junto con ello, los sabores que estaban impregnados en las ollas de nuestras abuelas. Incluso el simple hecho de cocinar en nuestras casas parece parte de un pasado no tan cercano dando paso a pedir comida de nuestros smartphones.
Juan Cristóbal Reyes, académico de la Universidad Andrés Bello