Intervención del centro de la ciudad
La Delegación Presidencial ha dado señales de materializar un plan que permita enfrentar el incremento del comercio ambulante. Por años se ha entregado el sector céntrico de la capital regional al comercio ambulante, a vista y paciencia del municipio.
Hace unas dos semanas se produjo la lamentable muerte de la periodista Francisca Sandoval, quien el 1 de mayo, en medio de incidentes en el contexto del Día del Trabajo, recibió un disparo en la cabeza mientras realizaba su trabajo profesional. Desde el día del ataque volvió a colocarse en el tapete la problemática que ha originado en numerosas ciudades del país la existencia del comercio ambulante, fenómeno que en Puerto Montt ha alcanzado niveles parecidos a lo que se observa en Santiago, con veredas copadas por ofertas de bienes de todo tipo, incluso con toldos que si bien atenúan el efecto de la lluvia para quienes desempeñan esa actividad, constituyen un claro obstáculo para el normal desplazamiento de los peatones.
Con el evidente nuevo margen de urgencia que ha situado al comercio ambulante entre las preocupaciones de la ciudadanía, y luego de años de una exasperante inacción municipal, que ha preferido mirar para el lado antes que decidirse a actuar, aun a costa de la popularidad, la Delegación Presidencial anunció esta semana que iniciará un trabajo con los organismos públicos involucrados para intervenir en el comercio ilegal del centro de la capital regional. A falta de la acción municipal, es de esperar que al fin se genere un plan integral, coordinado por el Gobierno, para ponerle coto a un fenómeno que se ha apoderado de las veredas.
Este liderazgo asumido por la Delegación debe ser capaz de coordinar e impulsar distintas reparticiones públicas, a fin del necesario orden del centro y, en el caso que corresponda, ofrecer soluciones a quienes necesitan una ayuda de parte del Estado. Ya es tiempo de que el sector céntrico de las ciudades, Puerto Montt es un buen ejemplo, empiece a ser amable y seguro para los peatones, y además justo para los comerciantes establecidos. Lo que hay hoy dista mucho de una ciudad que pretende erigirse como centro de atracción para los cruceros o puerta de entrada para la Patagonia. Más que ser una vergüenza (y lo es), tiene que ser motivo para una intervención que signifique un punto de partida.