La costumbre de bautizar las celebraciones con nombres "alternativos", es - al parecer - costumbre común a todo tiempo y latitud. Dichos nombres van actualizándose, de acuerdo al lenguaje en boga, y agregando elementos innovadores y renovadores. Por ejemplo, antiguamente no existía "La Previa", instancia cuyo fin es inyectarle al cuerpo y al espíritu unos grados de alcohol, antes de llegar al evento principal. Tampoco existía "El After", que es la reunión posterior a la fiesta, en donde se equilibran los casos de hipo-alcohol, o necesidad de visitar el baño para devolver aquello que el hígado no aceptó. Muy ligado al After, está "El Bajón", momento en que el hambre dice presente, con todo tipo de sonidos estomacales, sin equalización. La Previa y el After son el aporte de las nuevas generaciones a los afanes celebratorios y, sobre todo, curatorios.
No obstante lo anterior, lo que requiere una "investigación sumaria" es el nombre del evento principal. Es que pasamos de la antigua "Remolienda" a la "Bacanal" y de ésta a la "Orgía" : tales nombres no implica que se cayera en los excesos asociados a esos rituales, aunque tampoco puede descartarse totalmente. Mucho más atrás en el tiempo, estuvo "El malón", "El sahumerio", "El aquelarre" (cuando se trataba de reunión de mujeres). Todas ellas fueron quedando en desuso (las denominaciones) porque se incubaba ya el terror a lo intercultural y a lo plurinacional. Incluso, hoy es más aceptado el "Zaperoco", de origen colombiano, y que apunta a provocar una pelea o batalla campal. Han quedado en desuso "De toque a toque" y también "Juntación", porque nos remitía a la Junta, y el "kilombo" está desaparecido.
Vamos a los nombres insoslayables en la denominación de fiesta. No deja de ser curioso que para compartir un momento agradable, se invite a un Vituperio, palabra que define expresiones agresivas contra otros. O que para pasarlo "chancho" (comer, bailar y reír) se invite a un Contubernio, que es una especie de alianza o concertación para lograr fines no del todo presentables. En éste ámbito, ambas palabras vienen a ser casi lo mismo. Es como la "negociación" o "el acuerdo" en el Congreso, conocida como "la cocina", con todos los ingredientes a mano y mucho utensilio corto punzante escondido en el cajón de los cubiertos.
Por estos días, en Chile, abundan el vituperio y el contubernio. Para no sembrar falsas expectativas entre la gente joven, debemos ser transparentes hasta la crueldad y advertirles que la abundancia en el uso de esas palabras, no se relacionan para nada con lo que ellos han internalizado como significado.
Sí, hay mucho vituperio y contubernio. Pero no tienen nada que ver con las fiestas ni las celebraciones.
Qué bajón.