Las reinas de Saba que Restrepo vio en el desierto
La escritora colombiana ideó la novela "Canción de antiguos amantes", acompañando a las mujeres migrantes que conoció en el Cuerno de África, cuando trabajó junto a"Médicos Sin Fronteras".
La oriunda de Bogotá, Laura Restrepo, partió la investigación de su flamante libro "Canción de antiguos amantes" (Alfaguara) cuando entró en contacto con la organización "Médicos sin fronteras".
"Con ellos recorrí Yemen y Etiopía, territorios de lo que antiguamente fue el mítico reino de Saba, que incluía también a Somalía, donde no pude entrar, porque hacía poco habían sido secuestradas dos médicas de la organización. Tuve que hacer la investigación en el desplazamiento somalí que atraviesa el desierto del Yemen", relata la autora, conocida porque desempeñó en los años ochenta un papel en el proceso de negociación con la guerrilla de su país.
Hoy su novela está enfocada en el desplazamiento como tragedia humanitaria.
"Siento pasión por este tema y en él veo reflejado el futuro de la especie, una humanidad en el camino, persiguiendo la utopía: el lugar imposible donde la vida será posible", dice.
Pata de cabra
La voz que narra una parte de la historia de Laura Restrepo es la de Bos Muta, un ex seminarista que viaja al Cuerno de África obsesionado con encontrar a la Reina de Saba.
"Necesitaba la voz de un muchacho enamoradizo, solitario, perdido en sus ensoñaciones. Lo puse alto, fuerte, casi gordo, de pelo en pecho, con sentido del humor y al mismo tiempo un poco payaso, torpe para desenvolverse en un mundo desconocido. La novela es una doble historia de amor entre la Reina de Saba (Pata de Cabra) y el rey Salomón, y otro paralelo pero muy carnal y terrenal, entre Zahra Bayda y Bos Mutas.
-Para armar el personaje de Zahra Bayda, ¿en quién se inspiró?
-Es un personaje de carne y hueso, una partera somalí, fuerte, dominante y de pies en la tierra. Atendía partos y emergencias por el camino. Se llamaba Habiba y me introdujo en los secretos femeninos, que en esas tierras abundan. Figúrate todo lo que pueden guardar las yemeníes que van totalmente arropadas de negro, íntegramente tapadas hasta el último centímetro de piel, de tal manera que sólo les ves los ojos.
El antiguo poema atribuido al rey Salomón, el "Cantar de los Cantares", es otra fuente donde Restrepo bebió.
"Tuve la certeza de que estaba presenciando el fin del mundo. En medio del desastre había tanta belleza -de las ciudades milenarias, del desierto absoluto, de esas mujeres altivas, morenas y esbeltas, de esos niños de ojos enormes-, que supe que la música que resonara en el fin de los tiempos no podría ser el tenebroso Apocalipsis, lleno de rabia, monstruos y venganza, sino el dulcísimo Cantar de los Cantares, ese prodigioso himno del amor cósmico, al mismo tiempo erótico y místico, donde se funden en uno el amado y la amada, y éstos con los animales y hacen el amor en huertos bajo los manzanos, o en cuevas de leones", relata Restrepo.
Los campamentos
-¿Cómo volvió al recuerdo de los campamentos de refugiados?
-Tuve la sensación de que un mismo río de mujeres desterradas atraviesa México hacia el muro de Estados Unidos y cruza el Mediterráneo buscando refugio, y sale de Siria hacia el norte de Europa. En cada una de esas mujeres están todas las demás. Todas son una, en un despliegue de determinación y presencia de ánimo asombroso. Van con la fuerza necesaria para cargar con ellas a sus hijos, sus ancianos, sus enfermos, sus recuerdos, sus cachivaches y hasta a sus perros y aves.
-Antes de emprender esta novela, ¿cuál era su imagen de La Reina de Saba?
-Me asombraba por ser la única mujer que aparece tanto en la Biblia como en el Corán por ser sabia y poderosa. No por virgen, ni por prostituta, ni por haberle cortado la cabeza al uno o el pelo al otro, sino por su gran sabiduría. Y por ser soberana del reino que predominaba en el comercio del producto más preciado y valioso del mundo antiguo: el incienso. A través de la escritura la fui transformando. Creo que los mitos subsisten a lo largo de los siglos en la medida en que se los recrea, o reinterpreta, para que sigan teniendo significado y resonancia. A partir de ahí, reinventé a mi manera a la reina de Saba.
-¿Cómo la abordó?
-La rehice a imagen y semejanza de las mujeres que van migrando por aquellos desiertos que visité con los Médicos sin Fronteras. Le quité riquezas y corona: la convertí en paria, como ellas. En soberana destronada, o reina de los caminos. Quise alejarla de la clásica imagen de belleza perversa en cuanto seductora de hombres, cubierta de joyas y sedas encaramada en un camello blanco. La convertí en cambio en una suerte de bello monstruo, que combina en sí las contradicciones -como creo que corresponde a toda figura mítica-, así que la mía no es ni hombre ni mujer, ni viva ni muerta, ni humana ni animal, sino todo eso al mismo tiempo. La pinté fuerte, caminante, rebelde, retadora, y a su peculiar manera, también bella y seductora. Quise que inspirara fascinación, pero también pánico. La nombré Pata de Cabra porque es coja, en eso seguí una larga tradición según la cual la Reina de Saba padecía de algún tipo de defecto en las piernas o en la entrepierna. Unas versiones aseguran que el defecto sería una pata de cabra o de ganso, otras, que se trataba más bien de ablación (mutilación) de sus genitales. Hay viejas historias que le pintan extremidades muy peludas. Me sedujo la idea de que ella, la gran caminanta, la que recorre incansable los desiertos, sobrellevara con elegancia y dignidad la cojera.
-¿De qué manera las africanas han heredado la fortaleza de "La Reina de Saba"?
-Muchas somalíes, yemeníes y etíopes me dijeron "yo soy descendiente de la Reina de Saba". Y pensé que lo que quería escribir nacía justo en ese punto, porque ahí se ataban en un nudo el mito y la realidad. Sentí que para ellas, en su extrema desprotección y miseria, el mito de la antigua soberana se convertía en un sello de identidad y orgullo. Te lo decían con altivez, "yo soy descendiente de la Reina de Saba", como echándote en cara, "ahora nos ves como mendigas, pero nosotras hacemos parte de un reino milenario, que susbsistirá cuando del tuyo ya no queden sino las cenizas".
la novelista y ensayista Laura Restrepo tiene 72 años.
"Canción de antiguos amantes"
Laura Restrepo
Editorial Alfaguara
400 páginas
$16.000
Por Amelia Carvallo A.
Nathaly Hurtado