Contundente resultado
En Puerto Montt y la Región de Los Lagos hubo incluso una diferencia mayor entre el Rechazo y el Apruebo que la que se registró a nivel nacional. De aquí en más, y este es uno de los mensajes del electorado, la política debe recuperar el camino de los acuerdos.
De manera contundente, la ciudadanía decidió rechazar ayer, en una impecable jornada democrática, el proyecto de nueva Constitución que durante un año prepararon los 154 integrantes de la Convención Constitucional (eran 155 con Rodrigo Rojas Vade, el ex convencional cuya mentira, para muchos, comenzó a mancillar la imagen que se tenía de este órgano). Tal como anoche lo sentenciaron el Presidente Gabriel Boric y los distintos bloques políticos, debe empezar ahora un nuevo proceso constitucional, el que tendrá que hacerse cargo de la demanda por una nueva Carta Magna que dé cuenta de las demandas de progreso y orden de un país que ya lleva casi tres años sumido en una seria incertidumbre política y económica, además de los vaivenes económicos internacionales derivados de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania.
Mientras a nivel nacional la opción Rechazo se impuso por un 62% en contra del 38% del Apruebo -una amplia diferencia que tendrá que ser leída con atención por los bloques políticos que estaban a favor y por el propio Gobierno, que puso todas sus fichas en el plebiscito-, la diferencia en la Región de Los Lagos fue hasta mayor, con un 69,4% por el Rechazo y un 30,6% por el Apruebo. Tal distancia se mantuvo, con algunos márgenes, prácticamente similar en todas las comunas. En Puerto Montt, por ejemplo, mientras el Rechazo obtuvo el 68,49%, el Apruebo logró el 31,51%.
Aunque puede haber muchísimas claves para comprender lo que sucedió ayer en las urnas -y seguramente habrá múltiples análisis en los días venideros-, el mensaje más obvio es que a la ciudadanía sencillamente no le gustó la propuesta de nueva Constitución. Y así como el resultado fue el objetado, no hay que olvidar -contrariamente a lo que planteaban algunos- que el proceso exhibió demasiadas rivalidades, lejanas a la ejemplar tranquilidad cívica con la que el pueblo chileno se expresó ayer.
Esta debe ser una campanada de alerta. La población está exigiendo el fin de las odiosidades y cancelaciones, para que a cambio prime una cultura de acuerdos, empatía y serenidad en el diálogo político.