El mea culpa de ex convencionales tras fracaso en plebiscito de salida
REGIÓN. Los siete representantes en el desaparecido órgano redactor lamentaron falta de diálogo y el comportamiento de sus pares ubicados en los extremos. También apuntaron a falta de tiempo y poca difusión de su trabajo.
"El pueblo de Chile, a través de las urnas, se manifestó de forma categórica en el plebiscito de hace dos años y en el de ahora. Por ello, como conclusión, se puede decir que quiere una nueva Constitución, pero no la que se propuso", y que fue objeto del plebiscito que tuvo lugar el pasado domingo.
Es la reflexión de quien fuera el vicepresidente de la Convención Constitucional, Gaspar Domínguez (Independientes Nueva Constitución), quien hace referencia al triunfo del Apruebo en el plebiscito de entrada de 2020 (78,31%) frente al Rechazo a una nueva Constitución (21,69%), versus lo ocurrido en la consulta del domingo, en la que el Rechazo a la propuesta elaborada por el órgano elegido para ello se impuso con el 61,86% de las preferencias, ante el 38,14% de quienes la respaldaron.
Para explicar el cambio de escenario, Gaspar Domínguez afirma que la respuesta es "multidimensional" y tiene que ver con la forma en la que funcionó el proceso constituyente y con los "exabruptos conocidos. Pero también con aspectos de fondo, respecto a que hay personas a las que no les convencieron los aspectos contenidos en la norma, sumado a situaciones que tienen que ver con un contexto político-nacional, así como en la forma en la que transmitió la información y la comunicación, relacionada a la información falsa, imprecisa y, además, a falta de educación cívica".
"Intentar explicar el resultado electoral solo por una variable es erróneo", remarcó.
Es por ello que, en su análisis, reitera que "hubo gente que no se convenció con ciertos aspectos contenidos en la propuesta y cuestiones de forma, puesto que el proceso tuvo varios exabruptos y estridencias que generaron desconfianza".
¿Un mea culpa? "Hice un buen trabajo al intentar acercar posiciones y como vicepresidente hice que el órgano terminara siguiendo las reglas y (terminara) en el plazo establecido. Personalmente, me siento con mi conciencia tranquila, de que hice lo posible por sacar esto adelante".
Tanto Domínguez, ex constituyente del distrito 26, así como sus ex pares de este territorio (Adriana Ampuero, Julio Álvarez y Katerine Montealegre) y del distrito 25 (Harry Jürgensen, María Cecilia Ubilla y Mario Vargas) analizaron el resultado conseguido en la consulta del domingo, sus factores y realizaron un mea culpa de lo obrado en la Convención.
Diálogo y democracia
Adriana Ampuero (Insulares e independientes), coincide con Domínguez respecto a que existe claridad de que el país quiere una nueva Carta Magna.
En tal sentido, apela a que la nueva propuesta adopte los puntos buenos de la que fue partícipe.
"Uno lamenta que se perdieran cosas buenas, como los capítulos de derechos de la naturaleza, de forma de Estado y de descentralización, que hoy corren el riesgo de quedar en el tintero lamentablemente".
Además, recalca que "nunca más hay que asumir que la información caerá del cielo en un período de dos meses de campaña, ni que solo el texto influye en los resultados, sino que también la conducta del órgano redactor y la realización de los procesos de participación".
En su análisis, Ampuero llama al diálogo y a que exista una mayor democracia y así evitar "definiciones cupulares, poco representativas que pueden conducir por un camino que lleven a un nuevo fracaso".
En lo personal, dice estar tranquila, puesto que formó parte de "los convencionales que sí trabajamos con amor, con seriedad y representando con compromiso a su territorio. Luché por la descentralización (incluyendo Chiloé Región), por los derechos de la naturaleza, la salud, por la conectividad insular, de territorios rurales, aislados y de complejo acceso".
Junto con ello recalca que "tenemos el deber de generar una autocrítica constructiva y con humildad, de manera de rescatar lo que fue bueno y superar lo malo".
"Desde la ducha o disfrazados"
Para Julio Álvarez (PS), el pueblo habló y claro. "No estuvo de acuerdo con el texto y así es la democracia y por lo tanto hay que respetarla".
Para Álvarez, las responsabilidades pasan no sólo por la campaña de la derecha, que fue "brutal y basada en falsedades, sino que también hay que reconocer errores colectivos que tuvo la Convención".
En este sentido, expone que "a nadie le gusta que votaran desde la ducha o disfrazados (...). Fue un mal mensaje. Ahora, nosotros, como Colectivo Socialista, hicimos lo posible para alcanzar acuerdos con sectores que estaban muy poco conciliadores, desde la extrema derecha y hasta la extrema izquierda, por lo que jugamos un rol de balanceo, de sensatez; pero que no fue suficiente".
Es por ello que Álvarez acusa que "muchos se dieron un gustito que terminó costando caro. Hubo maximalismos que causaron inconvenientes y que no se condicen con lo que quiere la gente".
En su análisis, deja de manifiesto que estos sectores "nunca le tuvieron cariño a los partidos. De hecho, fueron muy críticos de nosotros, que somos militantes".
Además, recuerda que ellos nunca tuvieron inconvenientes para trabajar con todos.
"En la Comisión de Forma de Estado trabajé con todos. De hecho, muchos de los proyectos que se presentaron se hicieron en conjunto con la derecha", sector al que, en todo caso, le reclama que desde el minuto 1 estuvo por el Rechazo.
"El problema es que hubo dos extremos muy grandes: la extrema derecha, sin ganas de conversar, y la de extrema izquierda, que presentó una línea similar, que negó a los demás, lo que a nosotros nos parece que fue uno de los grandes errores".
"Pudimos haber hecho algo más, pero fue complejo conciliar y cumplimos nuestro rol de defender los intereses de Chiloé Región, así de los derechos sociales y laborales. Respondimos, pero hay responsabilidades colectivas que debemos asumir y yo soy partidario de que exista un nuevo proceso".
Nuevos caminos
Mario Vargas (PS) afirma que cuando el "pueblo habla, ello se respeta sin cuestionamientos. Humildemente, se debe bajar y escuchar qué se hizo mal o lo que se dejó de hacer y buscar nuevos caminos, quizás más largos, pero altamente convocantes y donde todas las ideas sean acogidas, sabiendo que los procesos y cambios sociales necesitan de un tiempo prolongado de discusión, tiempo que los convencionales no tuvimos, limitados por la clase política a la escritura de una nueva Constitución en un año, lapso que no fue suficiente para que nuestra gente conociera en su totalidad el texto".
En lo personal, asegura estar en paz y con la tranquilidad absoluta de representar a su