Gobernadores y plebiscito
A horas de la trascendental elección, 13 de los 16 gobernadores se declararon a favor del Apruebo. Entre ellos estaba Vallespín. A toda la región le interesa muchísimo que la nueva figura del gobernador se siga consolidando, representándola a toda ella en su transversalidad.
El pasado sábado, justo un día antes del plebiscito que le dio un sorpresivo y holgado triunfo al Rechazo en el plebiscito constitucional, se conoció de una carta firmada por 13 de los 16 gobernadores regionales en que expresaban su apoyo a la opción Apruebo, apelando a que en materia de descentralización, se señalaba en el ahora fallido texto que Chile es definido "como un Estado regional, que asegura un adecuado balance entre autonomía regional y comunal y unidad territorial". Se restaron de esta rúbrica los gobernadores de Tarapacá, Biobío y La Araucanía.
Entre los firmantes de esta carta por el Apruebo estaba el gobernador de Los Lagos, Patricio Vallespín, quien como las otras 12 autoridades regionales, a poco más de un año de haber asumido este nuevo y anhelado cargo asumieron un riesgo evidente, considerando que se trataba de una elección binaria en el marco de una campaña que llegó al paroxismo de la polarización. Y en esta apuesta, huelga decirlo, perdieron, pues en cada una de las regiones de los gobernadores por el Apruebo (y también en aquellas de los que no manifestaron su adhesión a alguna opción), el Rechazo se impuso con una mayoría incontrastable, y peor aún, con una altísima participación electoral, muy por sobre, por ejemplo, a aquella en la que fueron elegidos en sus cargos el año pasado (con voto voluntario).
Evidentemente, esto en absoluto resta legitimidad a su autoridad democrática. Por lo demás, a diferencia de lo que ocurrió con el Poder Ejecutivo, no se supo que ni Vallespín ni algún otro gobernador regional hayan sido acusados de intervencionismo electoral. No obstante, sí merece una reflexión política la oportunidad de manifestar una opción en una elección tan polarizada y que, al final, hayan quedado tan desconectados de lo que quería la ciudadanía, pues se supone que precisamente este nuevo cargo está para recoger mejor, que en el nivel central, las sensibilidades de la población de las respectivas regiones. Quizás los gobernadores que no suscribieron la carta sí intuían cómo venía la mano.
Como sea, y atendido que a toda la región le interesa sobremanera que se siga consolidando este nuevo cargo y su absoluta independencia del nivel central y de los partidos, vale la pena que se dimensionen los bordes de estas adscripciones en figuras que deben concitar unidad y representatividad regional.