El costurero que huyó de los talibanes y se abrió camino en la alta costura parisina
FRANCIA. Sami Nouri llegó como refugiado y el domingo tuvo su primer desfile para una colección que diseñó en solo 20 días.
Agencias
Con cinco años dejó atrás un país en guerra y tuvo que pasar su infancia escondido en Irán, cosiendo junto a su padre. Ahora, a sus 26 años, Sami Nouri muestra en París sus primeras colecciones de moda tras haber trabajado codo a codo con Jean-Paul Gaultier o John Galliano.
La suya es una historia de éxito pero, sobre todo, de superación. Nouri tuvo que escapar con su familia de los talibanes, que habían asesinado a su hermano mayor y torturado a su padre en Afganistán.
Tras pasar años escondidos en Irán, el pequeño empezó a ayudar a su padre en la confección de prendas, el trabajo familiar, para mantener a su familia que, cuando él tenía 14 años, emprendió un nuevo viaje hacia Europa. Pero solo Nouri consiguió llegar a Francia.
La publicación de su historia, "La máquina de coser: De la guerra de Afganistán a los desfiles de alta costura", ha atraído la atención de un nuevo público que comprueba atónito el ímpetu que permitió a un chico aislado que ni siquiera hablaba francés hacerse un espacio en los talleres más cotizados de la moda parisina.
Aislados y violentos
A su llegada a la ciudad de Tours, vía tradicional en las visitas de los famosos castillos del Loira, el joven refugiado fue sorteando malas experiencias en centros de acogida donde, según cuenta en su libro, el ambiente no era muy saludable, por las dificultades que enfrentaban menores aislados y a menudo violentos.
El buen carácter de Nouri, cuya historia ha interesado también a productores de cine que preparan una película sobre su vida, le ayudó a hacerse querer por los gestores del centro, que se dieron cuenta de que el joven tenía un don para usar la máquina de coser.
Más de un año después de su llegada pudo localizar a su madre, que había llegado a otra ciudad de Francia con su hermana chica. Al intentar atravesar Turquía, la familia había sido enviada de vuelta a Afganistán y su padre desapareció tras ser detenido por los talibanes.
"Se quedaba con nosotros los fines de semana, porque si no, tenía que quedarse solo en el centro con otros adolescentes que eran muy difíciles. Sami, con este sueño de costura en un medio tan violento, recibía amenazas cada día", cuenta Georges-Antoine Strauch en las bambalinas del desfile que Nouri hizo el domingo en París.
Strauch, que fue su padre adoptivo y ahora se define como su padrino, comprueba incrédulo que la ambición de aquel niño lo llevó a cumplir su sueño: primero, trabajar con una máquina de coser, pero cuando descubrió lo que era la alta costura parisina se obsesionó con la idea de fundar su propia marca.
Su propia marca
El acompañamiento de profesores y trabajadores sociales sirvió para hacerle un lugar en un bachillerato profesional, y más adelante la determinación de Nouri hizo el resto: su habilidad con la costura le permitió conseguir una beca en el taller de costura de Galliano.
Poco después, era Gaultier quien lo acogía en el suyo mientras Nouri estudiaba en la Escuela de la Cámara Sindical de la Costura Parisina al tiempo que seguía trabajando para el "enfant terrible" de la moda francesa.
"En la vida no hay que rendirse, hay que luchar mucho y luego la suerte puede permitirnos avanzar. Tuve un pasado difícil y cada día que pasa siento que mejoro. Hoy la vida es mucho más bonita y lucho porque mi marca sea conocida en el mundo entero", confesó el diseñador a Efe.
Desde hace tres años, Nouri intenta sacar adelante su marca con la que el domingo desfiló en un evento paralelo a la Semana de la Moda de París, en un restaurante situado en el Puente de Alejandro III, bajo cuyas llamativas plantas colgantes desfilaron los 24 estilismos creados por Nouri en un tiempo récord de 20 días, aprovechando el tirón del libro.
En la pasarela, muselinas y organzas con transparencias, corsés, pantalones ajustados y vestidos de princesa.
"Con lo que está pasando en Irán y las trabas a la libertad de las mujeres, de las que se habla mucho, quería pasar el mensaje de prendas que ponen en valor el cuerpo de la mujer", comentó el creador.
Como gesto protesta, tres modelos salieron a la pasarela completamente cubiertas de negro para desprenderse de la capa en plena pasarela y correr libremente vestidas únicamente con sus sonrisas y corsés color piel.
La madre y la hermana de Nouri, que hoy trabaja como auxiliar de odontólogo en Tours, aplaudían con orgullo desde la primera fila.