(viene de la página anterior)
que pudiese haber en las actividades productivas, señala que "como ocurren en un medio natural , los que sufren son los salmones, porque están enjaulados y no pueden escapar, al revés de la fauna nativa que tiene la capacidad de evadir este tipo de eventos tóxicos. Pero, la industria ha ido aprendiendo, ocupando tecnología, moviéndose a otros sitios y a estar atentos".
La idea que han tratado de transmitir a quienes toman decisiones y a que usan el ecosistema "es que sean preventivos y no reactivos".
Vientos
El viento es otra materia que expone Pérez y que ha sido objeto de estudios.
Según dice, "tenemos el sistema de vientos sur y norte cambiando todo el año, pero también los más grandes que llegan desde el Pacífico y que impactan toda la Patagonia. Es lo que hemos estado haciendo en el i~mar, tras la instalación de una boya".
Asimismo, deja en evidencia otra complicación, como lo es la radiación solar, que ha ido incrementando producto de los gases de efecto invernadero, con una atmósfera más cálida. Ello hace que el derretimiento de la nieve sea más rápido. Más si hay poca".
Describe que desde el océano y con los instrumentos que tienen "estamos viendo cómo se comporta la capa de agua dulce que interactúa con el agua salada. Por ello, todos los años sabemos con certeza que por agosto o septiembre, cuando llega el agua dulce, se generan las dos capas de densidad y eso hace que crezcan las microalgas. Están las buenas y las malas. Es algo que como i-mar estamos tratando de entender en colaboración con otras universidades del país, respecto a que en todos los eventos de floración cuáles son los mecanismos que los están generando y qué microalga puede ser"-
"Estamos preparados. Conocemos los mecanismos, pero puede llegar otra microalga", advirtió.
Oxígeno
Laura Farías es profesora titular de la Universidad de Concepción, cuyo trabajo se centra en la capital del Biobío, así como en fiordos y canales de la Patagonia chilena.
Según dice, para observar los cambios climáticos, se requiere de jornadas de largo aliento, con el objeto de identificar tendencias que se estén dando al observar el océano.
Según cuenta, en Concepción tienen una estación que les permite tomar muestras mensuales a distintas profundidades, no sólo de oxígeno y nutrientes, si no que a microorganismos, entre otros aspectos.
En esas indagaciones han identificado diversos estresores ambientales producto del cambio climático, como la disminución de caudales de los ríos por la sequía. "Que llegue agua dulce al mar es muy importante, por cuanto, entre otros aspectos, produce una circulación estuarina que es típica de esta zona y también llevan nutrientes y partículas".
Otro punto observado es la pérdida de oxígeno, que también es complejo de medir. Según explica se trata de un fenómeno global, en el que identificaron que el océano está perdiendo su capacidad de oxigenar.
Explica que "como el océano se está calentando, está perdiendo solubilidad, sumado que se estratifica, lo que significa que no hay intercambio. No hay buena ventilación".
Agrega la existencia de fenómenos locales, como el acceso de materia orgánica, "ya sea por ríos, afluentes o emisarios. Ello, por la agricultura lleva muchos nutrientes, lo mismo que la salmonicultura. Entonces, como la materia orgánica tiene que oxidarse, se producen estas hipoxias, las que hemos visto, por ejemplo, en el Seno del Reloncaví. Se tiene que hacer un análisis más detallado respecto a las causas".