El grito de auxilio desde Pelluco
Los residentes del sector puertomontino decidieron firmar una carta pidiendo la atención de la autoridad ante el aumento de los delitos. En el marco de la recuperación de espacios públicos que se ha propuesto el Gobierno, la zona de Pelluco debiera estar en la lista de prioridades.
Aunque periódicamente los vecinos de Pelluco salen de manera pública a manifestarse por la sensación de inseguridad que desde hace unos años se ha apoderado de un sector que combina su vocación residencial con la turística, se ha llegado ahora, según ellos mismos lamentan, a una situación cúlmine, producto de peligrosas carreras clandestinas (a pesar de que ya son un delito), ruidosas fiestas nocturnas que se extienden hasta las 10 de la mañana y, lo más inquietante, un abierto tráfico de droga que lentamente se ramifica por todo el espacio público. A tal nivel está llegando la alarma de los residentes que decidieron suscribir una carta pública, bajo el alero de la junta de vecinos, para testimoniar el progresivo deterioro en su calidad de vida y reclamar en contra del abandono que sienten de parte de las autoridades.
Si bien la compleja situación de inseguridad en Pelluco data ya de hace unos siete años, fue el levantamiento de las restricciones sanitarias el detonante de una explosión de incivilidades y delitos en el sector, en un escenario nacional de aumento de la delincuencia y de pérdida de la noción de autoridad, como lo describiera el propio Presidente Gabriel Boric esta semana (antes de que concediera el indulto a condenados por hechos vinculados al estallido social). Con reglas laxas, con una fuerza policial debilitada luego del estallido y con un aparato estatal que se mueve más lento de lo que se requiere, la zona de Pelluco se está transformando, tal cual lo describen sus propios vecinos, en una "tierra de nadie o pueblo sin ley", lo que exige medidas concretas de parte de la autoridad y no tantas mesas de trabajo ni diagnósticos.
Es injusto que los vecinos de Pelluco estén sometidos al arbitrio de personas que llegan a alterar el orden público o derechamente a cometer delitos. Por más que el sector sea un balneario, y que aquello signifique la masiva llegada de visitantes, lo mínimo que pueden exigir al municipio y al Gobierno es que se les garantice la recuperación de los espacios públicos y de este modo, la posibilidad de transitar con tranquilidad de día y de noche. Es lo básico.