Solo una familia que ha pasado por el dolor, la angustia y la desesperación de perder un ser querido es capaz de entender la magnitud del anuncio hecho recientemente por la Municipalidad de Puerto Montt, en el contexto del aniversario 170 de la capital regional, en cuanto a implementar un plan que pretende monitorear a distancia, vía GPS, a personas que sean potencialmente propensas a su extravío, como ejemplo, aquellos que, si bien son autovalentes en cuanto a su movilidad, presentan algún tipo de condición especial, como el Alzheimer o trastornos del espectro autista.

La idea, sostiene Miguel Aravena, director de Salud Municipal, es que a partir de abril se entregarán alrededor de 150 rastreadores con sistema de georreferenciación, de manera gratuita, con el fin de mejorar la calidad de vida de personas con esta condición compleja de salud y su entorno cercano, en el marco del programa de Salud Municipal "Asiste".

Qué duda cabe que proyectos como estos dan cuenta de una solución sencilla y con tecnología disponible para evitar tragedias y ahorrar recursos públicos y humanos, en especial si se piensa en todo el despliegue por el territorio que se debe llevar a cabo para ubicar a un desaparecido.

Hoy por hoy, en un Chile en el que los teléfonos celulares superan a la población nacional, a razón de unos 25 millones de teléfonos para 19 millones de chilenos, según un reporte de We Are Social y Hootsuite, la tecnología GPS es algo naturalizado y comprensible para una inmensa mayoría, por lo que su próxima puesta en marcha no debiese tener mayores complicaciones. De hecho, hoy redes sociales como WhatsApp permiten compartir la ubicación en tiempo real con contactos que el usuario elige, así como las aplicaciones de transporte, con el fin de dar cuenta a familiares, amigos o terceros el lugar exacto donde se transita. Es de esperar que todo resulte como lo tiene trazado el equipo de Salud del municipio y que estos equipos permitan no solo salvar vidas, sino evitar angustias y malos momentos.

¿Cómo es eso? Que todo aquello que asumamos, emprendamos, debe estar ligado a valores, a mínimos, a principios. Debe estar unido a aquello que mínimamente encauza nuestro vivir, más allá de lo contingente, de lo casual; esta vez, más bien, es causal. Estos principios se vinculan con los sueños de cada uno de nosotros, y está claro que no tienen que ver con el hacer, tienen que ver con el ser, con nuestra esencia; si de principios se trata, esta vez, han de ser principios éticos.

En un nuevo texto, en una nueva carta magna, habría que consignar esos mínimos, esos principios bases. Y no son cinco ni diez ni quince, debieran ser algunos más los considerados. ¿Cómo cuáles? Aquí van algunos, respeto por la dignidad humana, derecho universal a la educación, preservación de la paz, desarrollo social sostenible, acceso universal a la salud, derecho a un medioambiente sano, derechos humanos interdependientes, derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, derecho a la vivienda, derecho al trabajo, derechos de los niños, niñas y adolescentes, derechos de las personas mayores, derechos de los pueblos originarios, derechos humanos de las mujeres, tolerancia y multietnicidad, igualdad de oportunidades, economía ecológica, justa y solidaria,… estos principios, los que se desprendan de estos y algunos cuantos más.

Fácil es, quizás, nominarlos, hacer una lista de ellos, lo complejo, lo verdaderamente complejo es concordar en ellos y hacerlos operativos, fijarlos, e itinerarlos en el tiempo y el espacio; ¿más preciso?, ahora, en este, nuestro Chile, y para veinte, treinta o más años. No es la pretensión tenerlos todos, de una, hay que ordenarlos paso a paso en el tiempo; y, más que lenguaje técnico, jurídico, es imperativo dar espacio generoso a un itinerario en el sistema educativo social e institucional, esta es la llave maestra, la educación, y no la educación cosista, sino aquella trascendente.

En esta muestra o propuesta, no hay un principio menos importante que otro, todos y cada uno de ellos son de suyo imprescindibles, además están concatenados, uno sostiene al otro, uno se condice con el otro, y así. Y si los analizamos, no es una suma, es más que eso, son objetos sinérgicos.¿Es difícil, muy difícil? Sí, mas tengo claro que debe intentarse, una vez más.

Raúl Caamaño Matamala Profesor Universidad Católica de Temuco

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