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Día de la Mujer y educación
Aún existen países donde hay niñas y mujeres que no reciben educación y se les priva de este derecho universal. Si bien en Chile estamos lejos de esta situación, ya que ese acceso está garantizado, existen brechas de género que impiden alcanzar una educación inclusiva y de calidad para todas y todos. Necesitamos avanzar decididamente en la promoción de responsabilidad y el aseguramiento de derechos y de oportunidades para eliminar las actuales disparidades de género.
El Informe sobre la Brecha Global de Género 2022 del Foro Económico Mundial (WEF) reveló que, a nivel educativo, las mujeres siguen estando sobrerrepresentadas en los estudios superiores relacionados con la educación, la salud y el bienestar, pero están infrarrepresentadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
La primacía de las figuras masculinas en los ejemplos cotidianos en la escuela y su entorno, a través del lenguaje, los símbolos y personajes célebres -entre otros- configura culturas y expectativas que pueden ahondar disparidades.
Un ejemplo de esto se observa en un reciente estudio (LLYC), que analizó 14 millones de noticias publicadas durante el último año: en este se confirma que las mujeres aparecen infrarrepresentadas, su nombre propio se muestra sólo el 21% de las veces y su apariencia se comenta más que la de los hombres. Necesitamos mayor responsabilidad de todos los actores para acortar las brechas de género.
Existe un currículum implícito que circula en nuestra cultura y sistema educativo, reproduciendo sesgos y estereotipos que limitan oportunidades de desarrollo pleno para las mujeres y la sociedad toda.
El conjunto de creencias, conocimientos y valores que se imparten de manera no explícita en la escuela y la vida cotidiana, respecto de cómo se determinan las relaciones y prácticas sociales entre mujeres y hombres (lo que cada uno debe hacer) como, por ejemplo, incentivar a los niños a estudiar ciencias y a las niñas lenguaje, favorecen diferencias de género que ocurren en el espacio escolar sin que seamos conscientes que están sucediendo, y seguimos reproduciéndolas sin cuestionamiento, pese a sus repercusiones en las decisiones académicas, laborales, económicas y los proyectos de vida de las y los estudiantes.
Necesitamos ser y hacer consciente nuestra cultura para transformarnos en la ciudadanía que queremos ser. Tres cuartos del total de los docentes en Chile son mujeres trabajadoras y de ellas el 74,7% son docentes de aula, participación que va decreciendo a medida que aumenta el nivel educacional que se imparte. Fenómeno que se repite en torno a los cargos directivos: a mayores responsabilidades de dirección al interior de los establecimientos, menor es la presencia de las mujeres.
La buena noticia es que se están realizando esfuerzos desde distintas veredas para alcanzar este objetivo. Iniciativas como la realizada por Educarchile -plataforma de Fundación Chile y el Ministerio de Educación -, junto con ComunidadMujer al impartir el curso "Transformemos las escuelas desde el enfoque de género", en el que han participado más de 700 docentes, profesionales y asistentes de la educación, problematizando e identificando las desigualdades de género en el contexto escolar para aportar en su transformación y avanzar hacia una educación no sexista como parte del derecho a la educación, contribuyen a la mudanza cultural que nuestra sociedad transita.
A pocos días de iniciado un nuevo año escolar y cerca de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, necesitamos renovar nuestro compromiso en la visibilización de las inequidades que aún persisten, para fortalecer esa ciudadanía que queremos ser, inclusiva, diversa y con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.
Nadiezhda Yáñez, directora Aprendizaje para el Futuro, Fundación Chile
Mujeres en la ruralidad
Este 8 de marzo nos invita a reflexionar sobre una dura realidad que está totalmente invisibilizada en Chile y resto del mundo. Es que una de las dimensiones más impactadas por la escasez hídrica es la equidad de género. ¿Qué relación podría haber entre estas dos variables? Mucha y bastante profunda.
Cuando falta el agua en las zonas rurales, son principalmente las mujeres las que modifican sus quehaceres diarios y ven impactada su calidad de vida, pues son ellas las que se ocupan de solucionar el problema de abastecimiento para sus familias. Levantarse al alba para traer agua a sus hogares, bajar al río para ir a lavar ropa en vertientes que hoy se están secando, es la realidad del 47,2% de las viviendas rurales en nuestro país.
Dada nuestra cultura, en los campos son ellas -las jefas de hogar- las que buscan soluciones y enfrentan cada día el problema de abastecerse de fuentes irregulares como pozos, ríos o camiones aljibe, los mismos que muchas veces no cumplen con un suministro seguro, permanente, suficiente y de calidad.
En pleno año 2023 parece increíble que más de un millón de chilenos viva día a día en estas condiciones, pero lamentablemente es cierto. En este Día Internacional de la Mujer, es un deber visibilizar esta realidad y hacer un llamado a articular esfuerzos y movilizar recursos para que realmente podamos hablar de equidad de género en Chile. La reivindicación de los derechos de la mujer comienza por tener la posibilidad de vivir la vida con las necesidad básicas cubiertas, pues sabemos la estrecha relación que hay entre pobreza y escasez hídrica. Empecemos por lo primero. Las mujeres de las zonas rurales de nuestro país ya no pueden esperar más.
Antonia Rivera, directora ejecutiva Fundación Amulén
Estado subsidiario
Durante estas semanas, ha resurgido el debate de antaño del rol del Estado y, por consiguiente, del principio de subsidiariedad. Sin embargo, frente a interpretaciones poco honestas y proyecciones poco técnicas, es que es necesario volver al sentido más genuino de la subsidiariedad o colaboración social mediante un ejemplo.
Cuando pequeños nos tocó leer -o que nos leyeran- el cuento infantil de Oscar Wilde "El Gigante Egoísta", que servirá para usar de analogía el rol de la sociedad política con los ciudadanos, en lo que el gigante representa al Estado, el jardín a la vida en sociedad y los niños a las personas.
Para lo anterior, se puede reconocer que los fines particulares de los niños es que se diviertan o jueguen y, como consecuencia de aquello, produce un hermoseamiento del jardín, que puede ser interpretada como una armonía social que consigue el bien común general. Así también, cuando los niños no pueden divertirse o jugar en el jardín, el gigante -aplicando el principio de subsidiariedad- los deja o ayuda a subir a los árboles y jugar en el jardín. Entonces, el gigante (Estado) ahora interviene, porque lo esencial es que los niños (los particulares) hagan las actividades para sus fines específicos.
Alonso Rivera. Directiva Nacional Nuevas Generaciones UDI.