Escritores y películas: una relación cuadro a cuadro
Directores como Quentin Tarantino hoy buscan una salida literaria a sus ideas, mientras que los escritores Marguerite Duras y Alberto Fuguet ya encontraron otro lenguaje en la pantalla grande.
La pugna entre el libro y su adaptación cinematográfica empezó cuando a alguien se le ocurrió que tal vez era mejor dejar a los escritores hacer su trabajo, y a los cineastas lo propio. La mezcla muchas veces terminó en peleas icónicas, como Stephen King ("Carrie") diciendo que Stanley Kubrick ("Ojos bien cerrados") destrozó "El resplandor". O luego las famosas "adaptaciones libres", que en pocos casos terminaron respetando la idea original, por lo que algunos autores como J.K. Rowling ("Harry Potter") se instalaron en el set, incluso para seleccionar actores.
Estas diatribas son exploradas de soslayo por "el niño terrible" de Hollywood, Quentin Tarantino ("Pulp fiction"), en el libro que promociona por estos días: "Meditaciones de cine", donde, aparte de hablar de sus películas favoritas, cuenta de manera entrañable cómo se enamoró de la pantalla grande a los nueve años, acompañando a su mamá -quien lo crío sola- al cine durante sus citas románticas, porque "¡Yo no quería quedarme en casa! ¡Quería salir con ellos! ¡Quería formar parte del 'tiempo de los adultos'!", aunque el compromiso era "quedarme quieto en la butaca y ver la película, me gustara o no".
En aquellas noches el pequeño Quentin descubrió la abundancia de sangre que caracteriza a su obra. Ahora, pasados los cincuenta años de edad, en sus memorias y crítica ahonda en "Taxi Driver", de Martin Scorsese. La cinta de fines de los 70 se enfoca en el deseo de justicia de los ciudadanos comunes. También en el amor por las historias de pistoleros. El taxista Travis Bickle, interpretado por Robert de Niro, recorre los suburbios de Nueva York en busca de algo por lo que vivir (y arriesgarse), con "alusiones literarias a 'Memorias del subsuelo', de (Fiódor) Dostoievski".
Tarantino cuenta cómo fue el proceso de el guion y luego interpela a través del papel a Scorsese por decir en una entrevista que "'me quedé horrorizado por la forma en que los espectadores reaccionaron a la violencia, (…) como si la violencia se convirtiera en una prolongación del público y viceversa'. ¿Horrorizado? ¿En serio? A ver, dejemos las cosas claras", porque esa "es la clase de excusa que los directores mascullan faltando a la verdad cuando han creado una secuencia en extremo violenta y controvertida y después un periodista los pone en la picota para exigir una respuesta. Nunca dicen: la violencia cinematográfica es divertida. Nunca dicen que sólo quería acabar la película con un estallido de acción".
Fuguet
En Chile, durante 2017, Alberto Fuguet ("Mala onda") también citó "Taxi Driver" en su libro "VHS (unas memorias)", del cual el Premio Nobel Mario Vargas Llosa ("La ciudad y los perros") dijo que contiene una "voluntad de innovar, tanto en la lengua como en la estructura narrativa", debido a que el autor recorre las películas que lo formaron al narrar, porque "los libros se hacen cargo, creo, de lo que uno puede contar en un periodo", pero "un asunto es escribir, otro es mostrar. Publicar es algo radicalmente distinto", ya que "cuando sacas un libro es clave estar dispuesto a exponerte, exhibirte. Full frontal para entrar en el lenguaje de estas memorias cinéfilas. O memorias, no más. Unas memorias. No todo, no todas. Trozos de tiempos que fueron una vez míos y en cierto modo aún lo son. Momentos que viví, instantes en que vi mucho cine".
En 2013, el autor de "Sobredosis" publicó el volumen "Las películas de mi vida", aunque ahí es un personaje, Beltrán Soler, quien cuenta sus emociones, pulsiones e ideas frente a la pantalla. En "VHS", Fuguet se adentra en situaciones previas a la masificación de la televisión de pago en Chile, Internet y el streaming, con pasajes como "arrendar un lunes era más barato que sacar una cinta un sábado. Siempre se debía estar atento a devolverla a la hora o pagar la multa. Amaba tener un carnet de socio" de un videoclub.
El autor, sin embargo, no se emborracha en la nostalgia y cientos de páginas más adelante, en un evento de una marca de zapatillas al que llega invitado por un cineasta, cuestiona "¿una fiesta cool en un caracol? Ciencia ficción hace un par de años. Hoy este edificio parece noble, sensual, retro y futurista, lleno de pantallas a lo '1984' y los logos NMD y los locales abandonados y esas peluquerías pencas están todas cerradas y todo este caracol (el primer caracol, el auténtico, el original) parece la mejor disco que ha existido en Santiago".
Aunque la memoria es inevitable al encontrarse en una puesta en escena, donde el también realizador de las películas "Invierno" y "Se arrienda" llega el recuerdo de las fiestas "de toque a toque" durante el régimen militar, "pero ahora sostengo que indiscutidamente era aún más sexy escapar de la fiesta y llegar a tu casa o a la casa de tu amigo donde te ibas a alojar justo antes del toque de queda y quedar pasado a colonia Brut, sudor teen en el cuello (...) y la adrenalina de estar ahí justo a tiempo, al filo", como en la película real que los jóvenes actuales vivieron durante la pandemia.
Margarite duras
En recuerdos para llevar a la pantalla, asimismo, nada la escritora francesa-vietnamita Marguerite Duras. La autora de novelas como "El vicecónsul" y "El amante", quien también compuso guiones, dirigió el cortometraje "Aurélia Steiner" -disponible en YouTube - y publicó textos en la emblemática revista Cahiers du cinema, considerada hasta hoy un referente para el séptimo arte. Estos escritos sobre cine fueron publicados el año pasado por Ediciones UDP en la antología "Los ojos verdes".
Duras allí da cuenta del proceso de su cortometraje, basado en las cartas a un amor clandestino donde afirma que "cuando escribo no muero. ¿Cómo morir cuando escribo? Haría falta que dejara de pasarme las noches bebiendo, que me acostara pronto para poder escribirle cartas muy largas, a fin de no morir", donde "las posibles cartas se me aparecen como accidentes de luz en la oscuridad del tiempo".
Tarantino, fuguet y Margarite duras agarraron con una mano el lápiz y con la otra las imágenes que pasaban por sus cerebros creativos. -
Por Valeria Barahona
"¿Una fiesta cool en un caracol? Ciencia ficción hace un par de años. Hoy este edificio parece noble, sensual, retro y futurista".
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