Lucha contra la tuberculosis
Las exigencias que conllevó la pandemia tuvieron como efecto retroceder años de progreso en el trabajo contra esta enfermedad. Como ocurre con tantas otras dolencias de salud, la tuberculosis se expresa con mayor dureza en los grupos socialmente más vulnerables.
La tuberculosis constituye actualmente una emergencia sanitaria para la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha urgido a los países miembros a adoptar las medidas necesarias para disminuir el daño, controlarla y, si es posible, eliminarla como problema de salud pública. Ha estimado que es responsabilidad del Estado lograr su control y eliminación.
El daño que produce la enfermedad se expresa por infección, morbilidad y muerte. Afecta con mayor fuerza a los grupos sociales más pobres y a los individuos más vulnerables.
En todos los países ocurren casos de tuberculosis y millones de personas mueren por su causa. En 2021, según la OMS, 10,6 millones de personas enfermaron de tuberculosis, y 1,6 millones fallecieron por esa causa. Pero a la vez se estima que 74 millones de vidas se salvaron gracias a los esfuerzos por poner fin a la enfermedad.
Por eso, este 24 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Tuberculosis, para sensibilizar a la opinión pública sobre las consecuencias sanitarias, sociales y económicas que produce esa patología y redoblar los esfuerzos para acabar con ella.
Pero la tuberculosis sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más mortíferas del mundo y se calcula que cada día cerca de 4.400 personas pierden la vida producto de ella, mientras cerca de 30.000 la contraen, a pesar de ser prevenible y curable. La pandemia y las desigualdades socioeconómicas han revertido años de progreso en la lucha contra este mal y han incrementado todavía más la carga sobre los afectados, especialmente los más vulnerables.
Este año, el foco de la OMS en esta área está en instar a los países a acelerar la implantación de los nuevos regímenes de tratamiento orales más cortos para la tuberculosis farmacorresistente. Sólo el manejo de la enfermedad con enfoque de salud pública y medidas de control en todos los establecimientos, permitirá la localización oportuna de los casos contagiantes y la curación de quienes cumplan y completen el tratamiento. Con ello se logrará realmente un impacto epidemiológico, que se expresará por una sostenida reducción de la incidencia.