"Sueño que nuestra ciudad sea
"Mi sueño es bastante simple y no creo que exista una razón para que no se cumpla (...) Anhelo que nuestra ciudad sea democrática, amable y culta. Hay razón para soñar y soñar de verdad", asegura el bachiller en historia, Hardy Knittel, en entrevista a soytv, en el marco del ciclo de conversaciones "Soñemos Puerto Montt del 2050", que se puede ver también a través de soypuertomontt.cl y soychile.cl y que se enmarcan en el aniversario 138 de El Llanquihue y 170 de la fundación de la capital regional.
-¿Cómo vislumbra a Puerto Montt en un plazo de 27 años?
-Puerto Montt tiene una historia notable. Es una ciudad relativamente nueva, ya que surgimos cuando la república funcionaba. Fundar Puerto Montt fue una decisión y en sus inicios era un pequeño astillero, donde habitaban pueblos originarios, así como también chilotes. Fue un proceso formal de parte del Estado el crear una ciudad. Llegaron los colonos alemanes, posteriormente los inmigrantes sirios, palestinos, judíos, italianos y españoles. Por lo tanto, se fue armando un mosaico cultural. Además, presenta una historia de mucho esfuerzo, porque ha ido creciendo lentamente. Pero siempre creciendo.
-En esta historia de esfuerzo que señala, el terremoto de 1960 figura como un capítulo relevante...
-Después del terremoto de 1960, Puerto Montt se pega un salto enorme en su desarrollo, puesto que tuvimos una nueva oleada de inmigrantes desde las islas y desde el campo, entonces comienza a crecer y se planifica mejor. Posteriormente, en los 80' viene una tercera oleada de inmigrantes, con los profesionales que llegan a trabajar a la industria acuícola, agroindustria y servicios. Y la cuarta oleada es la que hemos tenido los últimos 15 años, con inmigrantes de América Latina, venezolanos, colombianos, haitianos.
-¿Qué características resalta de la ciudad?
-Su ubicación es otra virtud. Si no existiera Puerto Montt habría que inventarlo. Aquí termina el continente y comienzan los fiordos, las islas, en fin, este paisaje hermoso. Somos privilegiados. Es un lugar estratégico de entrada a la Patagonia. Tiene el segundo aeropuerto con más movimiento de todo Chile, después de Pudahuel. Se mueven cerca de un millón de personas al mes en El Tepual, en nuestros mares y fiordos andan cientos y cientos de embarcaciones.
-¿Cómo lo sueña a 2050?
-Sueño una ciudad más democrática y con políticas públicas adecuadas. Qué más democrática podría ser si se tuviese un transporte público que cubra toda la ciudad y que lo usemos todos. Es democratizar la convivencia. Otro ejemplo es convertir áreas como la costanera en un espacio público que también ocupemos todos, pero que sean bien mantenidos y cuidados y también está la democracia política, que no solo elijamos a nuestras autoridades, sino que ellas escuchen y dialoguen más con la ciudadanía y que estén dispuestos a una interpelación respetuosa. Una ciudad democrática, en la cual los espacios estén a disposición de todos nosotros.
-¿Siente que es amable?
-Con respecto a la amabilidad, se sabe que la gente del sur somos personas amables, de buen trato en general y afables. Pero algo nos ha pasado en los últimos años, en que hemos tenido un crecimiento económico, mayor bienestar material y nos hemos vuelto un poco altaneros y agresivos. Y yo creo que deberíamos recuperar la esencia del ser sureño. Pero una ciudad amable es, a la vez, una que te facilita la vida. Es decir, que esté limpia, no contaminada, con casas y edificios bien mantenidos, pintados y que rescate y mantenga su patrimonio, sus vialidades funcionando, sus paseos limpios, acogedores, seguros, que en lugar de escuchar más bocinas de autos, escuchemos mejor música. Sueño con un Puerto Montt amable con los visitantes, con los extranjeros, en fin.
-Con una mayor convivencia entre sus habitantes...
-Me imagino una ciudad con más universidades y librerías, en la que durante el año se organicen eventos de música, conciertos de rock, en fin. Que nos juntemos en los café, conversemos de literatura, de nuestras vidas, de nuestras historias (...). Que sea una ciudad culta y que el espíritu de los sureños lo coloquemos de manifiesto.
-¿Qué falta para alcanzar este anhelo?
-Puede atentar que tengamos el síndrome de los argentinos, que habiendo tanto talento en el sur, en Puerto Montt, no tengamos liderazgos políticos y sociales a la altura de esta circunstancia. También que el centralismo ahogue nuestros anhelos y que los liderazgos no sean capaces de sobreponerse a este problema que es casi genético. Que nosotros, los puertomontinos, cultivemos el mal trato, la descalificación y el insulto y no tener cultura cívica. Pero confío que tenemos todas las condiciones porque la ciudad estará siempre desarrollándose.
-Usted hace mención al movimiento cultural. ¿Qué visión tiene del trabajo realizado por el sitio arqueológico Monte Verde?
-Si fuera autoridad convocaría a todos los rectores y a los dirigentes universitarios para que exista una agenda cultural potente, que las direcciones de vinculación con el medio sean un brazo relevante como la misma academia, porque genera identidad y la mayoría de quienes estudian son jóvenes nuestros. Tom Dillehay (en Monte Verde) viene trabajando hace tantos años y por ello me sorprende el nivel de abandono del sitio y que lo único que se escuche sean promesas, promesas y promesas. En otros lugares, temáticas menos importantes tienen un nivel relevante de puesta en valor, de explotación y la única explicación es que no existen liderazgos potentes que coloquen el valor este tipo de patrimonio. Lo mismo que con Isla Tenglo, que es un diamante en bruto. En positivo, pienso que las autoridades tienen conciencia de que nos merecemos una mejor ciudad.
-¿Cómo evalúa el aporte de la academia?
-Están haciendo un esfuerzo en aumentar las carreras, que, por lo demás, tienen un muy buen nivel académico. Hay mucha investigación y ciencia aplicada. Pero falta mayor vinculación con el medio, con la ciudad, investigación de ciencia aplicada con respecto a nuestra vida, con la industria acuícola, agroindustria, turismo, medio ambiente. Y ahí están al debe todavía. No obstante, la Universidad Austral está dentro de las seis (mejores) universidades, lo que habla muy bien del nivel de las casas de estudios que tenemos. Pese a ello, insisto en que la deuda pasa por su vinculación con el medio. Hermoso sería, por ejemplo, que hubiese una semana universitaria, en la que conozcamos a nuestros niños y ellos, a su vez, nos conozcan y aporten a la ciudad, ocupando bien los espacios públicos. Me sorprende que la ciudad oferte poco al mundo académico y este, a su vez, a la ciudad, en la organización de eventos de este tipo.