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demás introduce la titularidad sindical, un triunfo para el sindicalismo, incorporó la perspectiva de género por las bandas horarias, entonces lo que se llama flexibilidad es una adecuación responsable en torno a la realidad del mundo del trabajo, preservando el espíritu y el principio fundamental que es reducir los tiempos de trabajo a 40 horas.
-Entonces, ¿incluir la flexibilización no fue una concesión que debió hacerse con la oposición para conseguir la aprobación del proyecto?
-Encuentro que son legítimas las críticas. Para ningún sector, probablemente, esta es ideal, pero de eso trata la política. Hay posiciones distintas y nunca va a salir un proyecto tal cual ingresó al Congreso, pero al final en su completitud yo lo veo que es un proyecto robusto que se hace cargo realmente de avanzar y que no es solo testimonial. Y segundo, permite adecuarse a las realidades productivas de nuestro país y a las realidades del mundo del trabajo. Por ejemplo, los part time se mantienen tal cual. Eso ha sido criticado por algunos sindicatos. Es cierto, ¿nos hubiera gustado que el part time se redujera también?, sí; ¿había argumentos atendibles del otro lado para no hacerlo?, también, y se mantuvo. Pero son cosas que creo que son parte de las diferencias que se pueden tener en una democracia. Porque los cambios no se decretan. En las democracias los cambios implican acuerdos, que se expresen las diferencias, que se procesen estas y para avanzar se requieren modificaciones que a veces no son las perfectas, pero son las que nos permiten avanzar. Pero creo que se logró lo que deseábamos, que este proyecto no fuera solo de la diputada comunista, sino que fuera un gran proyecto de todo Chile y ya mucha gente se lo ha apropiado.
-Tras acuerdos como este, ¿se abre la esperanza de aprobar también reformas como la de pensiones o insistir con la tributaria?
-Sí, es un buen ejemplo. La ley de las 40 horas demuestra concretamente, no solo discursivamente, que con diálogo social y político, poniendo en el centro las necesidades más sustantivas de la gente, podemos llegar a entendimiento y acuerdos y que esto al final no se trata de que si gana un sector político o el gobierno, o pierde, se trata de construir políticas de Estado, políticas con una mirada que trascienda al gobierno de turno. Eso no niega que tengamos diferencias políticas muy profundas, pero el desafío es que logremos resolver esas diferencias para poder avanzar. Esperamos que irradie a la reforma de pensiones, la tributaria, a la agenda de seguridad. Igual, han pasado inadvertidos otros acuerdos transversales que hemos tenido en materia de seguridad.
-Pero queda la sensación de que las leyes aprobadas en seguridad fueron empujadas por la lamentable muerte de tres carabineros en poco tiempo. ¿Por qué tiene que morir un carabinero para que una ley salga rápido?
-Es terrible que tenga que pasar una tragedia así para poder activar espacios de real entendimiento, porque hubo que acercarse. Había diferencias sobre esos proyectos, y que eran atendibles. Pero, también es importante recordar que antes de los lamentables asesinatos a los tres carabineros el Gobierno había ya levantado una mesa de trabajo y había convocado a un acuerdo transversal en seguridad del cual la oposición se restó a propósito del debate de los indultos. Y uno podría decir si era o no apropiado, pero lo cierto es que se restaron de ese compromiso y en ese compromiso había varios elementos y uno de ellos era cómo fortalecer más a las policías. Presentamos antes del asesinato de Daniel Palma 16 urgencias legislativas. Pero lo importante ahora creo que todos hemos comprendido y asumido que esto es una agenda prioritaria y que para poder enfrentarla seriamente con resultados tiene que ser con una conversación y acuerdo con sentido de urgencia. Pero también con responsabilidad, porque si no vamos a estar cayendo siempre en la solución efectista, pero que no va a tener resultados concretos
-¿Qué siente el Gobierno cuando lo acusan de contradictorio, por las declaraciones de las autoridades respecto de Carabineros, cuando eran oposición?
-Lo que está subyacente permanentemente en este cuestionamiento a las posiciones nuestras antes de ser gobierno es cuestionar la crítica legítima que hicimos en el marco de graves violaciones a los derechos humanos. Y nadie de nosotros se arrepiente o se puede arrepentir de haber criticado actuaciones que terminaron generando violaciones de DD.HH. Hay 300 personas con trauma ocular, informes nacionales e internacionales que constatan la gravedad de los hechos. O sea, hubo un contexto complejo para el país. Y no podemos perder de vista eso. No podemos pretender hacer borrón y cuenta nueva por creer que por esa crítica surge la situación de la delincuencia que tenemos hoy día, porque el problema de los delitos violentos se arrastra hace más de 10 años. Uno no puede estar pidiendo disculpas por haber criticado las violaciones a los DD.HH. en nuestro país. Ni tampoco pedir disculpas por haber criticado el desfalco en Carabineros, porque son cosas que llevaron también a la pérdida de respeto y legitimidad de las policías. Y nuestra tarea ahora es poder recuperar ese respaldo y legitimidad con una capacidad institucional que permita que nuestras fuerzas policiales enfrenten como corresponde lo que hay que enfrentar en nuestro país. Y eso implica recursos, implica coordinaciones, implica aumento de dotación, implica aumento de asignaciones. Una cosa es cómo se han enfrentado las cuestiones de orden público y la necesidad entonces que tuvimos de actualizar los protocolos para el procedimiento y las cuestiones que tienen que ver con la seguridad pública, que son crimen organizado, el narcotráfico. Son cosas distintas.
-¿Cómo se incluyen los alcaldes en esta agenda de seguridad? Ellos reclaman por la seguridad y hay algunos que han hecho sus propias propuestas, como pedir un "zar antidelincuencia", u otro que derriba "narco casas".
-Los alcaldes son aliados fundamentales en materia de seguridad, sobre todo en la parte preventiva. Se ha hecho una gran inversión en la recuperación de calles, de plazas de espacios públicos, con fondos directo de la Subdere a los municipios. Se les traspasaron competencias en materia preventiva a los alcaldes y gobernadores. Otro ejemplo de por qué son importantes los alcaldes son los planes de intervención, como lo fue barrio Meiggs o la plaza de Maipú y Alto Hospicio, que se conversan con los alcaldes. Los alcaldes y alcaldesas nunca dejan de estar considerados en todos los planes y programas que hemos construido en materia de seguridad.
-Se filtraron algunas de las comunas que serían 30 las intervenidas, pero luego se negó, generando una gran ansiedad entre los alcaldes.
-Lo que pasa es que son 30 municipios que se definieron en función de criterios. No hay capacidad de implementar un plan así en todas las comunas del país, porque no todas tienen la misma realidad y por la cantidad de policías que tenemos (...) Sabemos que se generó ansiedad, pero hay que hacerlo bien y (fue) para no andar alertando a la delincuencia un mes antes de dónde se va a intervenir.
-¿No hubo un apresuramiento en hablar del plan sin decir de inmediato cuáles eran las 30 comunas?
-Es que tuvimos que adelantar el plan a propósito de lo que se ha visto en violencia en barrios, particularmente lo que pasó con el asesinato del suboficial mayor Daniel Palma, porque este plan estaba pensado para ser comunicado con posterioridad. Pero se hizo todo el trabajo para poder adelantarlo y para poder partir ya se anunció que iba a partir en Santiago. Ahora, ¿eso quiere decir que el resto de los municipios no tiene ningún tipo de plan? No es así. De repente queda la sensación de que sólo vamos a estar trabajando en 30 comunas y eso no es así. Tenemos varios planes ya funcionando.
"(La ley de las 40 horas) Es un proyecto robusto que se hace cargo realmente de avanzar y que no es solo testimonial (...) Creo que se logró lo que deseábamos, que este proyecto no fuera solo de la diputada comunista, sino que fuera un gran proyecto de todo Chile y ya mucha gente se lo ha apropiado".
"Nadie de nosotros se arrepiente o se puede arrepentir de haber criticado actuaciones que terminaron generando violaciones de DD.HH. (...) Hubo un contexto complejo para el país. Y no podemos perder de vista eso. No podemos pretender hacer borrón y cuenta nueva por creer que por esa crítica surge la situación de la delincuencia que tenemos hoy día".