Vulneración de los adultos mayores
El informe del INDH ha advertido que este grupo es el que ve más violentadas sus garantías en el día a día en la región y el país.
Tal como ha ocurrido con otro tipo de estudios, el más reciente informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) ha puesto en evidencia la fragilidad en que se desenvuelven diariamente los adultos mayores en el país y la Región de Los Lagos, y que a la sazón constituye el grupo etario que sufre la mayor vulneración de sus derechos. De acuerdo al documento que se hizo público esta semana en Puerto Montt, el 41,8% se ha sentido discriminado mientras busca atención en un servicio público; al tiempo que el 40,6% de los consultados de toda edad señala que a los adultos mayores no se les respeta. Más atrás aparecen los niños, niñas y adolescentes, con un 33,5%; y los homosexuales y lesbianas, con un 27,5%.
Respecto de la discriminación que experimentaron las personas en los servicios públicos en los últimos 12 meses, el 31,4% dice que se debió a razones socioeconómicas y el 8,3% a la vestimenta que usaba, lo que refleja en rigor la enorme deuda que hay desde el propio Estado para tratar con dignidad a todos quienes viven en el país. No es menor también el dato relativo a que el 80,4% de los consultados sostiene que hay instituciones o grupos que violan los derechos humanos en Chile.
Este estudio debería constituirse en una guía de acción para el Estado y el Gobierno, en particular la información que arroja acerca de la vulneración que están sintiendo los adultos mayores. Como se sabe, los antecedentes de crecimiento demográfico vienen indicando que la población se está envejeciendo y que en unos 30 años más, aproximadamente, el grupo etario de los adultos mayores será el de mayor tamaño en el país, y si se sigue con la actual tendencia de vulneración de sus derechos, la brecha no habrá más que ampliarse en el mediano plazo en caso de no actuarse a tiempo.
Por cierto que desde la vida diaria, cada ciudadano puede aportar, y mucho, en el respeto que se merecen los adultos mayores, tanto en su círculo familiar como en la vía pública, pero el deber principal recae en el Estado, que tiene que solucionar con prontitud, responsabilidad y eficacia las materias pendientes que hay en torno a pensiones dignas, acceso a la salud, vivienda, tiempo libre y calidad de atención en los servicios públicos.