Correo
Proceso constituyente
Por lo que ha ocurrido con las elecciones de consejeros que tendrán a cargo la confección de la futura Carta Magna, puedo decir que nos estamos acostumbrando a los extremos. El problema es que siendo una persona de centro, por segunda vez me veré obligado a rechazar la futura propuesta de la Constitución política.
Sin embargo, espero poder interiorizarme de lo que se va a proponer y después decidir, aunque debo confesar que como la mayoría de los chilenos, leí algunos párrafos de lo que más me interesaba la primera vez y me dio miedo. Ojalá estas personas que están con el triunfalismo por las nubes, tal cual como ocurrió la primera vez, bajen un poco las revoluciones, porque somos nosotros, las personas sin colores políticos, los que decidimos, y el golpe puede ser bien fuerte, como fue el año pasado donde el 66% de los chilenos como yo, le dijimos No a la nueva Constitución, que fue "todo un circo".
Hernán Gallardo G.
Lección para centroizquierda
Me sigo preguntando si la centroizquierda habrá aprendido la lección por no defender los 30 años en que gobernó el país y por la indolencia de no rechazar oportunamente la violencia del estallido social.
Pablo Muñoz
Libertad religiosa
Llama la atención los comentarios negativos y prejuiciosos que se generaron en redes sociales cuando un consejero electo para redactar la nueva Constitución señaló que Jesucristo es su modelo a seguir. Si realmente queremos que nuestra próxima Constitución incluya a todos, es relevante detenerse en este punto: la libertad de pensamiento, conciencia y religión es uno de los derechos humanos consagrados por Naciones Unidas, y debe quedar garantizado y protegido en una Constitución democrática como la que pretendemos.
Es uno de los fundamentos de las sociedades libres, plurales, inclusivas y no discriminatorias. A diferencia del estado laicista -que excluye a la religiosidad y el fenómeno religioso del espacio público-, el Estado laico es aconfesional, con separación Iglesia-Estado, y reconoce que los seres humanos tienen una dimensión religiosa, por consiguiente, valora el fenómeno religioso sin inclinarse por ninguno en particular. El Estado laico protege el derecho a creer y a no creer, entre otros aspectos.
En Chile, según la Encuesta Bicentenario 2022, el 73% de los encuestados manifestó creer en Dios sin dudas y 11% señaló no creer. En un Estado laico ambos grupos pueden y deben coexistir y, como señala la ya citada Declaración de Derechos Humanos de la ONU en su artículo 19: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones". Durante este proceso, que en este tema prime el diálogo y no el prejuicio para conversar un derecho humano que nos hace más dignos como persona.
Magdalena Lira, vocera de Voces Católicas
Violencia en La Araucanía
La Araucanía seguirá en llamas y los derechos humanos, la vida, la propiedad y la libertad de sus habitantes violentamente atropellados mientras no se entienda que los estados de excepción constitucional prácticamente de nada sirven si las fuerzas del Estado sólo pueden usar sus armas letales en legítima defensa o cuando esté en riesgo la vida de personas, con lo que sus efectivos quedan sin capacidades ofensivas, disuasivas o represivas y limitados a observar como se cometen actos terroristas.
¿Cuándo se reconocerá que las organizaciones guerrilleras y terroristas que operan impunemente en La Araucanía y que han declarado explícitamente sus objetivos de control territorial, político y militar de la zona están en guerra contra el Estado de Chile -una guerra irregular, pero una guerra al fin-, la que debe ser enfrentada como tal?
Adolfo Paúl Latorre
Peligro de la "tecnopatía"
No hay momento en el día en que no hagamos uso del celular y la información que nos proporcionan millones de sitios webs. Fundaciones relacionadas con el mundo de las telecomunicaciones señalan que pasamos más de 150 veces al día mirando el celular, esto sea para comunicarnos por las redes sociales o buscar información en Internet.
La tecnopatía es justamente el término utilizado por un exceso abusivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Preferimos estar "pegados" en el teléfono móvil o videojuegos, a realizar actividad física, leer un libro o cenar con amigos. Especialistas en psicología y medios de comunicación audiovisual, advierten el efecto que trae una serie de tecnopatías en niños, jóvenes y adultos. Entre ellas están el insomnio tecnológico suscitado por la luz azul de las pantallas; el síndrome de la llamada o vibración imaginaria, en que pensamos que el celular nos está sonando y rápidamente nos alertamos en revisar; depresión por las redes sociales, en que algunas personas pueden caer en un aislamiento y disminución de la autoestima y la nomofobia, que se sufre cuando no llevamos con nosotros el smartphone.
Esas consecuencias van cada vez en aumento, incluso desde el momento en que el bebé se encuentra en el vientre de la madre. No es de esperar que muchas situaciones de violencia y estrés que acontecen en la familia y en la educación, estén asociadas con una escasa moderación en el uso de las tecnologías. Así hemos visto cómo en algunos colegios se ha prohibido su uso en el desarrollo de clases y otras instancias importantes de socialización al interior del establecimiento.
Todo es reversible en la medida que exista la voluntad por no depender estrictamente de ellas.
Carlos Guajardo, académico de la Universidad Central