Calidad de vida urbana
Si bien Puerto Montt y Puerto Varas mejoraron sus posiciones, el área metropolitana de facto que ya hay exige planes factibles de la autoridad.
Con todo lo arbitrario que pudiese llegar a ser un ranking, dado que para construirlo se requiere de categorías y mediciones que por su sola naturaleza son arbitrarias, al menos entrega luces acerca de la posición dentro de un panorama general y de la evolución en un lapso determinado de tiempo del objeto evaluado. Y si el estudio ya se realiza desde hace un lapso considerable de tiempo, los resultados arrojan todavía mayor información de lo que se analiza, permitiendo observar tendencias, quiebres, brechas y debilidades.
Es lo que a nivel nacional, por ejemplo, aporta el ya tradicional Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) que realizan la Universidad Católica de Chile y la Cámara Chilena de Construcción, en un esfuerzo sistemático por comprender las condiciones objetivas y subjetivas del bienestar de las personas en la ciudad en que viven. Aunque ciudades de reconocidas posibilidades para una satisfactoria calidad de vida urbana suelen repetirse en los primeros lugares (muchas de ellas en la zona central del país, con abundante disponibilidad de recursos y oferta laboral, por nombrar algunos parámetros que las favorecen), el último ICVU, realizado el año pasado y que se divulgó esta semana, arrojó un auspicioso dato para Puerto Montt y Puerto Varas, que subieron de categoría, pasando la primera del escalón "medio bajo" a "medio alto" y la segunda de "medio alto" a "alto". Esto significa que ambas, cada una desde un sitial distinto, lograron mejorar las condiciones de calidad de vida que ofrecen hacia quienes residen en los sectores urbanos, agregando que se dio en un contexto muy especial: dentro de los años de la pandemia, con todas las particularidades que esto significa.
Si bien se pueden realizar múltiples análisis de cada una de las variables en estudio, vale la pena recordar que ambas comunas están en camino a convertirse en un área metropolitana formal, y que esto por sí solo entregará posibilidades, pero también desafíos que no se pueden seguir postergando. Uno de ellos es el de la movilidad entre ambas ciudades, hasta hoy con una vialidad escasa que colapsa durante buena parte del día y sin proyectos concretos (algo que vaya más allá de un sueño) que estén empujando las autoridades, previendo lo que serán los próximos años.