Arena: ¿un buen vecino?
La desenfrenada noche que sufrieron los vecinos el fin de semana exige respuestas claras y oportunas de parte del municipio.
Una noche de terror vivieron los vecinos del recinto Arena de Puerto Montt entre las últimas horas del sábado y la madrugada del domingo, producto de un concierto de cumbia villera que se realizó en el centro de eventos que es de administración municipal y que derivó en un desenfreno de ruidos molestos, alcohol, reyertas callejeras y acumulación de basura por seis cuadras, todo en la puerta de sus casas. Tal como lo relataron a este diario, producto de que se cerraron los accesos al estacionamiento del Arena, los asistentes que llegaron al recital dejaron sus autos en las calles y pasajes de la población 18 de Septiembre, aledaña al recinto, bloqueando el acceso a las viviendas y poniendo en peligro a todos los residentes, en su mayoría adultos mayores, en el caso que se hubiera desatado una emergencia que ameritara la llegada de Bomberos.
Es imperioso que el municipio dé respuesta a los vecinos, que según su testimonio llevan años sufriendo los negativos efectos de un centro de espectáculos que cuando se desborda, produce el natural malestar de los residentes. Si la casa edilicia va a destinar este centro para la realización de espectáculos (algo que ocurre hace años, por cierto), no es posible que se desentienda de las consecuencias que conlleva en el barrio. Que la organización esté a cargo de una productora o que las incivilidades sean obra y parte de los asistentes o de quienes no pudieron ingresar, no es razón suficiente para que el municipio se desentienda de su principal obligación, que es procurar por la calidad de vida de los vecinos de la ciudad, más aún si es él quien está a cargo del Arena.
El recinto de calle Egaña ha sido un atractivo y potente escenario para la realización de actividades de distinto tipo en la capital regional. Han llegado artistas de renombre mundial, es sitio habitual para variadas cumbres que atraen público y hasta sirve como centro de operaciones para trámites municipales cuando se prevé alta afluencia. Todo esto exige, por tanto, que el Arena sea un buen vecino, alguien que se preocupa del entorno, que escucha a los vecinos y propone soluciones.
Han pasado cuatro días desde la frenética noche que alteró los vecinos y, hasta ahora, ni el municipio ni los concejales han expresado alguna reacción a lo que sucedió en aquella jornada, ni siquiera, por último, para lamentar.