Bomberos es la institución más prestigiada del país, si se considera que a diferencia de lo que ocurre en otras naciones, está formada por voluntarios no remunerados, que restan horas de trabajo o de descanso, con el fin de ayudar a la comunidad. Mañana viernes se celebrará en todo Chile el Día del Bombero Voluntario, recordando los 172 años de la institución, desde que el 30 de junio de 1851 se creó la Primera Compañía, en Valparaíso. Se trata de una entidad que surge de la voluntad y decisión de la comunidad para proteger la vida y los bienes de los habitantes, inicialmente ante los incendios que destruían viviendas y comercios, aunque con el paso del tiempo se ha extendido a todos los riesgos que ocurren.

Bomberos debe atender emergencias como incendios o para rescatar heridos en accidentes de tránsito, hasta situaciones más cotidianas, entre ellas alertas de escapes de gas o para ayudar a alguna familia que no puede ingresar a su casa porque olvidó las llaves. Cada vez se amplía más la acción de esta entidad y pareciera que se ha vuelto ilimitada, impulsada por el altruismo y la vocación de servicio desinteresada de sus voluntarios en cada rincón del país.

Es la oportunidad ahora para reconocer a los voluntarios destacados por sus destacados y prolongados años de servicios, y para recordar a los mártires de los cuerpos bomberiles de Chile que a lo largo de su historia han entregado la vida en el cumplimiento de su juramento. Sus integrantes deben someterse a un continuo programa de perfeccionamiento, para estar preparados ante los nuevos desafíos que les presentan las emergencias. Ser voluntario es una opción de vida para desarrollar un trabajo desinteresado y para acudir al llamado de quienes requieren de sus servicios, sin hacer distinciones políticas, de credos religiosos o filosóficos, lo que constituye un verdadero ejemplo para la ciudadanía acerca de la necesaria unidad que se requiere para enfrentar situaciones difíciles que golpean a la comunidad.

La pandemia y sus efectos en la economía han afectado también las fuentes de financiamiento de la institución, lo que obliga a reflexionar acerca del compromiso de gratitud que el país tiene con esta institución por su incesante entrega generosa.

Para nadie ha sido indiferente el sorpresivo fallecimiento de un joven abogado, ministro del Tribunal Constitucional de nuestro país, Rodrigo Pica Flores (Q.E.P.D.), quien en forma inesperada y realizando una de sus labores más queridas -la docencia universitaria- cerró los ojos para partir al más profundo de sus sueños, dejando a su familia y a cientos de amigos, colegas y estudiantes, desolados ante tan repentina partida.

En cada columna de opinión en distintos medios nacionales, que durante estos días se han enviado en su honor, se ha destacado una serie de valores del ministro Rodrigo Pica Flores, aquel joven abogado de tan sólo 44 años que en forma sorpresiva parte y nos deja un gran ejemplo de vida, de familia, de excelencia, de vocación de servicio; pero principalmente de humildad y generosidad, tanto en lo profesional como en lo personal. Lo anterior, ya que no sólo detentaba tan importante cargo al momento de su partida, sino que durante toda su vida destacó por su excelencia en distintos ámbitos, al ser un referente en el ejercicio de la profesión y un académico de gran nivel, que claramente ha dejado y seguirá dejando huellas en muchas generaciones de abogados de nuestro país, que seguirán su ejemplo no sólo en lo profesional, sino también en lo humano.

En este sentido, no podemos dejar de destacar el aporte académico a nuestra Región de Los Lagos, ya que en reiteradas ocasiones, no obstante su intensa agenda, se dio el espacio para visitar la Universidad San Sebastián, casa de estudios donde también destacó como académico y director de postgrados de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En cada una de sus visitas a Puerto Montt, muchas de ellas por el día, se dio el tiempo y espacio de nutrir con sus conocimientos y enseñanzas a muchos estudiantes, académicos y abogados de la zona, donde su caballerosidad, empatía y amabilidad destacaban como rasgos esenciales.

No hay duda alguna que desde donde esté, continuará aportando con la mirada del "Caballero del Derecho" que siempre fue, donde claramente vendrán largas tertulias y conversatorios junto a Baco y Dionisio, disfrutando también de otra de sus grandes pasiones.

Hasta siempre al ministro del Tribunal Constitucional, al abogado de excelencia, impecable e implacable. Hasta siempre, académico sin precedentes en sus distintos aspectos, pero ante todo, hasta siempre a una bellísima persona, cuyo recuerdo seguirá vivo en todos quienes tuvimos el honor de conocerlo.

Querido Rodrigo, descansa en paz.

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