Sabido es que el explosivo avance de la tecnología ha traído consigo numerosos cambios en diversas industrias y el periodismo, por cierto, no es ajeno a esta realidad. En concreto, la inteligencia artificial (IA), bien utilizada se ha convertido en una herramienta que puede mejorar el trabajo periodístico.
Sin perjuicio de lo anterior, su adecuada implementación plantea una serie de desafíos éticos y prácticos que se deben abordar con cierta precaución. Por ejemplo, considerar que la IA trabaja sobre la base de algoritmos y datos previos, los cuales podrían tener algún sesgo, omisión o cierta inexactitud conceptual que, al ser reproducidos mediante ella, podría generar información errónea, poco precisa o simplemente, carente de fuentes. En ello, el buen periodismo tradicional sigue teniendo la significativa ventaja de buscar, identificar y contactar a las fuentes adecuadas y precisas.
Otro aspecto en este nuevo proceso informativo automatizado es lo que algunos han llamado la "deshumanización de las noticias", donde, si bien hay precisión en la entrega de datos mediante la IA, siempre hay un factor de perspectiva humana que permite al periodista transcribir una situación sutil, una emoción particular o una gestualidad. En periodismo se valora y agradece a quienes son capaces de, utilizando recursos lingüísticos precisos y un estilo narrativo propio, recrear una escena y un contexto de manera efectiva.
No menos significativo es el tema de la privacidad y el resguardo de los datos personales. Hoy, la IA obtiene una cantidad de datos impensados y es capaz de entregar información personal sobre un número significativo de seres humanos y también de organizaciones e instituciones. Es imperativo que la recolección de estos datos se realice de manera ética, legal y con la debida reserva de la privacidad. ¿Qué pasa si se obtiene una ficha médica de una persona que tiene una enfermedad terminal? ¿Es ético obtener información sobre aspectos familiares que en nada aportan al buen periodismo? Es necesario entonces un llamado a velar y respetar la regulación de protección de datos y obtener el consentimiento informado de las personas involucradas para que comprendan cómo se utilizar sus datos, los propósitos específicos y las posibles implicaciones en su uso. La propia IA puede trabajar lo anterior utilizando en estos casos la anonimización y pseudonimización de datos para proteger la identidad de las personas, lo cual implica eliminar o enmascarar información personal identificable, como nombres, direcciones o números de identificación, antes de utilizar los datos para entrenar modelos de IA y ayuda a minimizar el riesgo de identificación o divulgación no deseada. También se puede trabajar en la seguridad de datos, implementado medidas como el cifrado de datos, acceso restringido a los mismos y adopción de buenas prácticas se seguridad de información.