A la gente le gusta participar en esta cosa que se llama descentralización, y ya votó por su gobernador o gobernadora. Claro que el sistema operativo, o "Sistema Nervioso Central" (SNC), se reserva el derecho de "pescarlos" o no. Porque, en definitiva, a pesar de las promesas de campaña (eliminar a los "delegados"), contar con tales especímenes tiene su "sabor", y las promesas son "dinámicas": ahora se les cambiará el nombre y se les llamará jefe. (jefa, jefe, jefo). Se ha desperdiciado una estupenda oportunidad de actualizar las denominaciones de condado o ducado. ¿Quién va a negar lo lindo que sería hablar de "la duquesa de Los Lagos", o "el conde de la Araucanía"? Suena mucho mejor que "comisionados plenipotenciarios". Es necesario cuidar la estética en las denominaciones. En cuanto a los gobernadores, son electos por los villanos, es decir, habitantes de las villas, y pueden ostentar el nombre que quieran, porque la idea siempre fue que no cortaran ni mantequilla.
Es que la descentralización debe entenderse a la chilena: como que sí y como que no. ¿Quién dijo que dos y hasta tres cráneos no caben en un sombrero? Aunque, en realidad, no se trata de tres cráneos en un sombrero, sino de tres sombreros y tres cráneos, separaditos. Por lo tanto, se hace necesario designar a un "coordinador de cráneos", función que bien podría cumplir algún senador honorable, pero no hay. Esto, complica todavía más al Sistema Nervioso Central. Es lógico que haya tanta gente preocupada - recurrentemente - de "la grasa" del Estado, porque el Estado tiene muchos "trombos" en su flujo sanguíneo y todos sabemos que eso puede provocar infartos. Los "reclamantes" de aquello, - por cierto - no se han percatado del triglicérido en que se convirtieron hace rato.
Bueno, el espíritu de la descentralización era otro, aunque suene ingenuo hablar de espíritu, en plena sequía de espiritualidades y entre tanta tonelada de barro. Los seremis, hoy, pueden ignorar al gobernador, ya que se reportan con el delegado o delegada. El proyecto del gobierno "reemplaza las figuras del delegado y delegada presidencial regional y provincial por la figura del jefe o jefa regional y provincial de gobierno interior, además de introducir importantes modificaciones a la estructura actual de dichas figuras". Clarito, pues. Se acaba con los delegados presidenciales, y nacen los jefes regionales; se mata a los gobernadores, y eso evita candidaturas competitivas en el futuro. Como siempre, la política recurre a los gatos por liebre y a los conejos de sombrero.
"Mira que lindo es mi país, paisano", dice la canción, y lo suscribo. Pero desde hace un par de años, sueño mi existencia en un par de pequeños países en Los Himalayas, a casi 9 mil metros de altura. Es decir, en la punta del cerro.