En un ambiente de creciente inseguridad en las calles y de aumento del narcotráfico y delitos violentos por el que está pasando el país, cualquier acción policial que implique el desbaratamiento de una banda que se instala en el corazón de un sector poblacional, ha de ser reconocida. Es lo que ocurrió la semana pasada en el densamente poblado barrio de Mirasol, en Puerto Montt, donde después de un largo trabajo investigativo de la Fiscalía y de Carabineros, se consiguió desarticular a un grupo criminal que se había acostumbrado a atemorizar a los vecinos. No contentos con tener armas, municiones y drogas en su poder, los tres detenidos poseían también fuegos artificiales (ya se sabe que el uso de esta pirotecnia se asocia sin más al mundo narco); y probablemente, como ejercicio de su "poder" en el sector, se habían habituado a lanzar piedras y botellas a las casas de diferentes vecinos, a quienes quizás identificaban como eventuales opositores a su particular dominio territorial.

De acuerdo a las declaraciones del Ministerio Público, la batida contra estos antisociales se produjo en gran medida por la información anónima de vecinos, seguramente cansados de vivir en medio de la inseguridad y esperando acciones concretas de parte del Estado. Es crucial que la Fiscalía y las policías continúen esta senda de acoger datos relevantes de la comunidad sin esperar a la presentación de "denuncias", que de cuando en cuando asoma en boca de las autoridades para justificar su inacción frente a hechos claramente irregulares. La exigencia de "denuncias" suele inhibir a la comunidad en situaciones de inseguridad ciudadana, incivilidades e incluso infracciones medioambientales.

Así como ocurrió en Mirasol, es muy probable que haya muchísimas otras poblaciones en que han tenido que resignarse ante el avance de la criminalidad por la ausencia del Estado. A la desarticulación de la banda que atemorizaba a los vecinos en ese barrio puertomontino, por más que tres detenidos pueda parecer poco, debe seguir la misma estrategia para ir desbaratando a grupos delictuales que se han aprovechado de la aparente inacción de la autoridad. Un éxito policial debe acompañar a otro, y ese a otro más, pues es la única forma de que la ciudad, la región y el país recuperen lo extraviado.

Muchas veces nos vemos enfrentados a desafíos que nos presenta la vida. Nuestra respuesta a estos desafíos puede variar, según las habilidades emocionales que hayamos adquirido desde temprana edad. Estos retos pueden influir en el rumbo que tomamos, conduciéndonos por caminos muy distintos.

En "Intensamente" (película de Pixar sobre las emociones, muy recomendable para disfrutar ya sea solo o en compañía de la familia), se puede ver cómo una niña que está empezando a vivir su adolescencia, tiene que comenzar a lidiar con nuevas emociones que no alcanza a comprender del todo. Vive nuevas experiencias que son tristes y dolorosas, pero que al volver a reconectar con quienes pueden escucharla, contenerla y apoyarla, se da cuenta que sin duda vale la pena pasar por ellas y vivirlas.

Hoy les quiero comentar mi experiencia, mi propio intensamente. Asumí, sin quererlo y a temprana edad, que podía con todo, sin pedir demasiada ayuda.

Particularmente, fui criada para ser una niña y mujer independiente. Tenía que ser fuerte ante todo y todos. Esto me llevó a solucionar mis problemas sola. Una vez que estaba todo resuelto, les contaba a mi padres para decirles de cierta forma "¡Eh!, ¡eh!, me pasó esto, pero ya está todo solucionado, no hay de qué preocuparse". Todo este proceso me llevó a un desgaste emocional que con el pasar de los años se vería reflejado en mi salud física. Es increíble como tu propio cuerpo habla lo que tú callas.

Reconozco que puede ser muy difícil llegar a este punto de quiebre, donde no sabes qué más debes hacer y que sólo queda pedir ayuda y buscar otros caminos. Lo más complejo de esto no es encontrar otros caminos, es asumirse vulnerable y dejar de ser fuerte para finalmente poder sanarme.

Sin embargo, en la vida hay matices. Por una parte, cuesta mucho entender que uno necesita sentirse vulnerable, vivir las emociones y saber que estas no son malas ni buenas, simplemente son; y por otra, aparece algo tremendamente maravilloso y quizás hasta mágico. El bajar las barreras o sacarse la armadura para el reencuentro con los otros y con todos a quienes les negaste entrar a ese espacio porque "tú lo podías todo sola o solo".

En este encuentro nos permitimos recibir el afecto de aquellos que más amamos y nos aman cuando más lo necesitamos.

Esto lo puedo definir como mi propio "Intensamente".

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