Amor al curanto
Carlos Reyes , Director de www.viajealsabor.cl
Entre los seres vivos existe una memoria genética con los códigos del aprendizaje, la experiencia de vida, transmitida de generación en generación. En el ser humano y tras nacer el lenguaje hablado, complementó ese saber gracias a la acumulación de factores culturales que aceleraron el tranco del progreso. Se trata de señales profundas, de soterrada intensidad, que permite entender fenómenos que van desde la idiosincrasia de un pueblo, hasta por qué a muchos se les hace agua la boca sólo escuchando la palabra curanto.
Hace más de 10 mil años que palpita su suculenta memoria en este territorio; sea como recurso para conservar el marisco, sea para convertirse en una comida de comunidad, de fiesta, con la piedra y el fuego como intermediarios de su sabor. Poco a poco se les unieron a los productos del mar los de la tierra. Las papas luego hechas milcao y chapalele, que después dieron paso luego a las carnes modernas, las aportadas por el español con el chancho como ícono del rudo invierno sureño.
La memoria prosigue y también se superpone. A la técnica de la cocción en tierra, esa mezcla de cocina asada y al vapor, una de las más antiguas del mundo, se le unió la tecnología de los fondos metálicos sobre cocinas de leña, de gas, eléctricas. El jugo de la cocción se retuvo y nació una variante -de olla- que hizo juego con las formas ancestrales identificadas con el saber huilliche, pero también de toda la zona. No es menor que en una reciente votación, para definir la imagen para el sello postal conmemorativo de los 170 años de Puerto Montt, el curanto saliera en segundo puesto, solo tras la torre del campanario del colegio San Francisco Javier.
Por eso este próximo 26 de agosto, coincidente con el inicio de las mareas más bajas del año, se celebrará por primera vez su día en los mercados municipales de la Puerto Montt y en varios restaurantes de la zona, Santiago y Valparaíso ¿Por qué no antes? Vaya uno a saber; tal vez porque en verano de disparan los eventos en su honor y por estos días tienen otro ritmo. Pero todo tiene su momento, su día. Cosas de la buena memoria.