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Natalidad
Los datos recientes son históricos, de acuerdo con cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa global de fecundidad en Chile ha alcanzado su mínimo, llegando a tan solo 1,3 hijos por mujer. Comparado con la década de los 60, cuando las mujeres tenían en promedio cinco hijos, este cambio es significativo. En términos puramente demográficos, si la baja natalidad se mantiene constante a lo largo del tiempo podría llevar a una reducción de la población. Aunque este fenómeno también está asociado a otros factores, como la tasa de mortalidad y la migración, ya que es sabido que la longevidad y la movilidad interna y externa son piezas cruciales en las dinámicas poblacionales.
Poco a poco nos estamos aproximando a la estadística de algunos países europeos como España, donde la tasa de fecundidad global es de 1,2, o Asia, donde la tasa de fecundidad en Hong Kong es de 0,8 hijos por mujer. Hay factores sociales y económicos que determinan que algunas poblaciones estén en fase de contracción.
En Chile hay otro aspecto interesante a tener en cuenta, como es el aumento en el número de nacimientos de madres que tienen sobre 45 años, el que llegó a 779 durante el 2021. Aunque esta cifra representa una pequeña proporción del total de nacimientos, el incremento en la última década se ha duplicado. Esta tendencia puede estar relacionada con diversos factores, como el retraso en la maternidad debido a la búsqueda de estabilidad económica, desarrollo de proyectos personales, decisiones familiares y el auge de la fertilización asistida. Sea cual sea el motivo, este fenómeno también tiene implicaciones para la sociedad chilena en términos de salud materna y cuidado infantil.
En última instancia, la baja natalidad en Chile es un indicio de una sociedad en transformación. Si bien los números pueden ser históricos, también representan una oportunidad para evolucionar y pensar en un contexto actual donde existe una transición demográfica, lo podemos ver en nuestras familias y en nuestro entorno. Adaptarse a estos cambios requerirá esfuerzos colaborativos y el desarrollo de políticas que acompañen las necesidades de este cambio demográfico.
Carola Montecino Académica de la Escuela de Enfermería Universidad de Las Américas
Conversar en familia
En el tejido social de Chile, se revela una realidad preocupante: muchos niños provenientes de sectores vulnerables no experimentan el entorno lingüístico adecuado en sus hogares, lo cual obstaculiza su desarrollo cerebral durante los años preescolares. La interacción verbal, en particular el diálogo bidireccional, ha sido identificada como un elemento esencial para el crecimiento del cerebro y el lenguaje en la primera infancia, incluso desempeñando un papel pronóstico en las trayectorias educativas venideras.
Esta problemática encuentra respaldo en influyentes informes que revelan una disparidad significativa: los niños criados en entornos socioeconómicos desfavorecidos han sido expuestos a treinta millones de palabras menos que sus contrapartes con mayores recursos. Además, se ha demostrado que la exposición temprana al lenguaje moldea directamente la capacidad lingüística en etapas posteriores de la vida.
Es en este contexto, y en sintonía con el Mes de la Niñez, es importante que todos los miembros de la familia otorguemos prioridad a los niños, reconociéndolos no solo en una jornada que comercialmente se celebra la niñez. Y parte de aquello tiene que ver con fomentar los momentos familiares, en los cuales la reunión en torno a una mesa se erija como un epicentro de la comunicación y la unidad.
La Platografía, una iniciativa que ha beneficiado a cerca de dos mil familias y que hemos implementado en colaboración con la empresa Caleta Bay, apunta justamente a ese objetivo. En simples platos de cartón se promueve el aprendizaje y la creatividad de niños y niñas, escribiendo y pintando mensajes sostenibles sobre la promoción de la infancia y la educación. Luego, se celebra una cena familiar para descubrir y conversar sobre cada mensaje contenido en los platos.
En la era de las pantallas y las conexiones virtuales, hacemos un llamado a extender esta iniciativa a nivel nacional cada Mes de la Niñez. Con un plato a la vez, un mensaje a la vez, una conversación a la vez, podemos marcar la diferencia, construir un futuro en el que cada niño y niña de Chile tenga acceso a un entorno lingüístico enriquecedor y a mejores oportunidades para desarrollar todo su potencial con el que llegó a la vida.
Anne Traub, directora ejecutiva de la Fundación Familias Power
Barbie y la publicidad
La muñeca que durante 60 años ha promovido un estilo de vida y un estereotipo marcado, hoy nos hace reflexionar que el cambio comienza con la aceptación de uno mismo y la voluntad de desafiar las normas establecidas, enfocándose totalmente en la inclusión, diversidad y empoderamiento. El contraste visual entre la apariencia tradicional del icónico color rosado y el mensaje transformador que busca en su audiencia, plantea interrogantes importantes sobre cómo las marcas comunican sus valores a través de la publicidad. La elección de mantener el color como un vínculo con su identidad, proporciona una familiaridad con todas las generaciones, como también refleja con precisión su mensaje interno.
Es notable cómo la película logra atraer no solo al público convencional, sino que también a una audiencia más diversa. El hecho de que hombres tengan gran interés, muestra cómo la evolución de Barbie se ha convertido en un mensaje resonante que llega a audiencias antes inesperadas.
Es esencial que la publicidad logre reflejar esta evolución y permita que la audiencia aprecie el mensaje genuino detrás de la icónica muñeca que llegó a romper con las limitaciones del pasado y que ha sido un hito digno de aplaudir.
Maribel Vidal, directora ejecutiva de Conar