Preservación del Parque Costanera
La mantención de este espacio público, orgullo de los puertomontinos, vivirá un momento clave cuando ya se haya retirado la última malla que protege el equipamiento.
Con la convocatoria por parte del Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu) para licitar por un año la mantención del Parque Costanera de Puerto Montt, se ha dado un paso sustantivo en lo que será la preservación de este flamante espacio público, a cargo todavía de la empresa constructora y que desde su apertura, en enero pasado, se ha convertido en un orgullo de la ciudad. Aunque mucho se ha escrito sobre lo que ha significado este parque para la capital regional, vale la pena recordar que durante años se debatió públicamente acerca de la necesidad de remozar la costanera, que estaba muy venida a menos, tanto para brindar un paseo digno para los puertomontinos y turistas, como también para hacer patente la estrecha relación que desde sus orígenes ha tenido la ciudad con el mar.
Para la conservación del parque, el Serviu ha dispuesto de un presupuesto anual de 664 millones de pesos, con los cuales se espera que el adjudicatario se haga responsable por la contratación de guardias durante 24 horas y por la mantención misma de la instalación, que cuenta con un equipamiento de alto estándar para la práctica deportiva y recreativa. Esta licitación a un externo irá acompañada del retiro de la precaria malla que aún busca proteger la zona donde se encuentra el citado mobiliario urbano.
Con todo, la prueba de fuego vendrá cuando la empresa constructora entregue finalmente la obra, se retire la malla y se instale el servicio de guardias privados. Para nadie es un misterio que desde el estallido social y luego la pandemia, el centro de Puerto Montt se sumió en un franco deterioro que ha incluido un incremento de la percepción de inseguridad ciudadana, a la que ha contribuido la vistosa transacción de droga que se evidencia a veces en la plaza de Armas y otros rincones, la malla que cubre el fracaso de la pileta, los espacios tenebrosos y la consecuente disminución del tránsito de peatones y de la actividad gastronómica, además del eterno aspecto de zona bombardeada que ofrece la calle Antonio Varas.
Cuando ya no haya malla protegiendo el equipamiento del parque y los guardias estén a cargo de la vigilancia, será el momento clave para el futuro del parque, algo en lo que tendrán que colaborar los organismos del Estado y, por cierto, una ciudadanía atenta y proactiva con lo que es de todos.