Si el derrumbe de la semana pasada en la Carretera Austral, poco antes de llegar a Caleta La Arena, había introducido una inquietante cuota de incertidumbre en la conectividad de Puerto Montt con esa zona y con Hualaihué, las seis nuevas remociones en masa que ocurrieron este martes en el mismo sector, mientras Vialidad realizaba las labores de despeje en la vía, terminaron por sepultar cualquier opción de una pronta y segura reapertura de la estratégica Ruta 7. La repetición de los aludes esta semana, ahora en mayor número y con mayor arrastre de material hacia la vía y el mar, ha dejado en evidencia que el problema requerirá más atención de los organismos involucrados, como la Dirección de Vialidad y el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), además de reestudiar las medidas suplementarias de conectividad que estableció la cartera de Transportes para unir a Hualaihué con Puerto Montt.

Un informe preliminar de Sernageomin ha establecido como causa de los aluviones (que ya destruyeron una vivienda y un puente) el derretimiento de sedimentos glaciares en el cordón montañoso que serpentea la carretera. Las lluvias de este año, que aunque en menor cantidad, caen con más intensidad en cortos períodos de tiempo, habrían contribuido en la saturación de agua en el cerro y el desplome del material, con una inquietante cadena de episodios que exigirá una rigurosa evaluación de los equipos técnicos, a fin de establecer las medidas de prevención en una zona que desde ya es de riesgo por ser una ruta que se interna entre la montaña y el mar.

Es probable que tanto el despeje como el examen a las condiciones del terreno demanden mayor tiempo a lo que se podría haber previsto después del primer derrumbe. Esto acarrea, por tanto, que las autoridades del Gobierno asuman que las condiciones del aislamiento relativo en que quedaron Caleta La Arena, Hualaihué y otros poblados se van a prolongar por más semanas de las inicialmente proyectadas. Quienes viven en esos lugares tienen como única alternativa una navegación que aunque ha mantenido los costos, más que duplicó los tiempos de viaje, impactando por tanto en su calidad de vida.

Quizás sea ya el momento de explorar nuevas medidas remediales, antes de que se llegue a puntos límites de indiferencia y abandono.

Chile es un país complejo de geografía diversa, con paisajes múltiples. Los Andes enmarca nuestro territorio, esta angosta faja de tierra que está flanqueada por el mar. También somos uno de los lugares más sísmicos del planeta, ubicado en el borde occidental de la placa Sudamericana, donde las placas de Nazca y Antártica convergen y generan zonas de subducción.

Chile también es una tierra de volcanes. Somos parte del llamado Círculo de Fuego del Pacífico, una de las regiones más activas de la Tierra, con cerca de 90 volcanes potencialmente activos.

En nuestra Región de Los Lagos, el Chaitén, el Cordón Caulle y el Calbuco nos han demostrado su poder con erupciones los años 2008, 2011 y 2015.

Remociones en masa cada cierto tiempo nos demuestran el poder de la naturaleza, especialmente cuando las lluvias se hacen presentes con una isoterma cero elevada, llevando precipitaciones líquidas a cotas más altas. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en Buill en 2022, en Santa Lucía en 2017 o hace unos días cerca de Caleta La Arena.

El fenómeno de El Niño, causado por el calentamiento del Océano Pacífico, ha aportado intensas y concentradas precipitaciones este invierno, aumentando el cauce de los ríos, que han ocupado los llanos de inundación. Espacios en los que tras una extensa sequía ya se habían levantado viviendas y otras estructuras.

Son fenómenos naturales y por la ocupación humana de los territorios se convierten en desastres socionaturales, los que para ser comprendidos requiere conocimientos básicos de geografía, meteorología y otras ciencias de la tierra.

Muchos llamados hay a la prevención, pero para avanzar verdaderamente en la reducción de riesgo de desastres, debemos volver a mirar las aulas. Nuestra experiencia de vida nacional debe hacernos reflexionar sobre la importancia de potenciar el estudio de la geografía desde la educación básica hasta la superior. Estudiar los fenómenos que a nivel local han generado emergencias, interrelacionando disciplinas para que el aprendizaje no sea abstracto, sino que con casos concretos relacionados con nuestro entorno.

Sólo de esta manera podremos avanzar en una población informada sobre los riesgos con los que convive a diario y la forma de mitigarlos, ello especialmente cuando el cambio climático ya ha tocado nuestra puerta.

80 años | 1 de septiembre de 1943

El fuego redujo a cenizas Iglesia San Francisco

En dos millones de pesos fueron avaluados los daños del incendio que afectó a la iglesia San Francisco de Osorno, el que destruyó gran parte del templo, ubicado en la Plazuela Yungay, al término de la calle Ramírez. La alarma se declaró durante la madrugada. Al llegar los bomberos, toda la iglesia estaba convertida en una inmensa pira, iluminando la oscuridad de la noche.

50 años | 1 de septiembre de 1973

Denuncian derrumbes en Augusto Goecke

Con gran lentitud avanzan los trabajos de colectores de aguas lluvias en la calle Augusto Goecke de Puerto Montt. Ahora están sufriendo deterioros las veredas, lo que complica tanto a las casas particulares como a los negocios. Félix Salinas, quien vive en el sector, denunció derrumbes por el ablandamiento del terreno, en medio de trabajos a medio terminar y las intensas lluvias.

10 años | 1 de septiembre de 2013

Unimarc cerrará 5 supermercados en la zona

Cinco sucursales de Unimarc cerrarán en la región en las próximas semanas, según informó la propia firma de supermercados. La decisión se basa en un plan de rentabilización que ejecuta la controladora SMU. A nivel nacional cerrarán 72 salas de venta. Respecto de Puerto Montt, aún se estudia cuáles serán los supermercados que dejarán de operar. Preocupa pérdida de empleos.