Corrupción que va al alza
Lamentablemente, este flagelo carcome instituciones públicas y privadas en un país que era un ejemplo.
La corrupción es un fenómeno que ataca de preferencia a los países latinoamericanos y democracias jóvenes, generando un impacto negativo en el desarrollo por la desconfianza en el sistema institucional y por el mal uso de recursos. Por años, Chile fue reconocido como una nación alejada de los excesos y corrupción, pero esa imagen se ha ido perdiendo progresivamente. Empresarios que se coludieron para ganar más dinero con los medicamentos, con el papel higiénico o que estafan al Fisco; políticos que fueron financiados por poderes económicos; instituciones de las Fuerzas Armadas que cometieron fraudes con recursos públicos; y varios alcaldes indagados por delitos de distinta índole. La lista es extensa.
Entendida como el uso de bienes, servicios, recursos públicos y normas legales para favorecer intereses privados, la corrupción es percibida por las personas como preocupante. Las encuestas ofrecen una mirada global a las tendencias en materia de percepción de este fenómeno, así como también de sus denuncias concretas, evaluando las instituciones y el actuar de instrumentos de política y de gobierno en el control de la misma. El tráfico de influencias, los pagos ilícitos y el mal uso de recursos fiscales son, por lo general, los casos más mencionados por la gente.
El problema no se presenta sólo a nivel de las instituciones, sino también a nivel personal. Hace unos años se conoció que 437 mil chilenos mintieron para obtener un bono estatal para la clase media, entre los cuales había 37 mil funcionarios públicos, en un hecho que si bien no es homologable a los casos ya citados, parece revelador de la laxitud con que se aborda lo correcto y lo ético. ¿Qué ha pasado? En el debate acerca del grado en que este problema se da en el país, suele predominar la convicción de que tales situaciones son excepcionales, comparadas con otros países. No obstante, los estudios muestran cómo este problema se va instalando en el país, va carcomiendo a las instituciones y la confianza de la gente, porque la corrupción es una especie de cáncer que ataca los fundamentos de la sociedad y la democracia.
Cuando la ciudadanía tiene la percepción de que vive en un país corrupto, no sólo pierden los respectivos gobiernos, sino que se deteriora la confianza y se afecta la credibilidad en la institucionalidad. Es un flagelo que debe horrorizar a todos y que debe ser perseguido.