Apuntes sobre los inmigrantes
T odos los años miles de personas emigran hacia Chile, atraídas por lo que creen será una vida mejor, plena de oportunidades económicas y de crecimiento personal. El caso de Santiago Ford - ese muchacho cubano que cruzó el desierto caminando y que acaba de darnos una medalla de oro en el decatlón panamericano -, es un buen ejemplo de aquello.
Pero a menudo lo que encuentran acá los inmigrantes es una realidad diferente a la soñada, donde la inestabilidad laboral y ciertas actitudes xenófobas suceden con frecuencia. Una parte importante de lo anterior encuentra su génesis en la imagen de país próspero y amistoso que Chile ha venido proyectando hacia al resto del continente desde hace décadas, con estadísticas auspiciosas y mensajes que incentivan a la gente menos privilegiada de otras naciones latinoamericanas, a soñar con la posibilidad de escapar de su difícil cotidianidad para acceder a un mundo más desarrollado. Una visión sumamente atractiva, pero que también tiene mucho de ficción.
Actualmente se habla de manera recurrente sobre el tema de la inclusión; sin embargo, no existen políticas de inclusión tendientes a facilitar la incorporación efectiva de los extranjeros al quehacer nacional. En cambio, frecuentemente se denigra y ofende la honorabilidad de los inmigrantes, tratándolos como si todos fueran unos delincuentes. Pues bien, los que tienen el poder real en Chile, utilizan técnicas de acción psicológica sobre las mayorías poblacionales que activan las necesidades más profundas de la psiquis humana - seguridad, violencia, trabajo, salud -, logrando influir sobre su estructura mental y generar altos niveles de permeabilidad a nuevas sugestiones, al actuar sobre el inconsciente colectivo. Las personas son inducidas a aceptar determinadas ideas y pautas ("inmigrantes criminales"), mientras rechazan otras, casi siempre con la fuerza que caracteriza a los reflejos condicionados.
Así, se nos convence de una supuesta superioridad del carácter nacional, en desmedro de todo lo proveniente del vecindario. "Nuestras instituciones, nuestras leyes, nuestra cultura, son indudablemente superiores". Tenemos siempre la razón puesto que la legalidad, los compromisos y los tratados están del lado de Chile. Y luego nos extrañamos si una corte internacional no nos apoya. El manejo de las comunicaciones por los medios, gracias a la fuerza que ejerce la repetición y el uso muy sutil de técnicas subliminales, termina transformándose en una poderosa herramienta que remodela los patrones de conducta de las mayorías en relación a la sociedad, la familia, la violencia o los extranjeros.
Mis hijas son chilenas y colombianas, mi esposa es colombiana, inmigrante. Quienes utilizan el tema de la migración con fines políticos orientados a fomentar temor y odiosidad, deberían estar conscientes que transitan por un sendero que conduce derecho al precipicio.