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austral del país. De hecho, hasta la Región de Magallanes constituye el 90% del cabotaje nacional.
Es por ello que uno de los desafíos, según dice, radique en sumar más navieras a este trabajo, pero que sea por convicción y no por obligación.
Además, anuncia que trabajarán con las tripulaciones en una labor que permita identificar qué ballena se está observando, de manera de contar con una información más exacta.
Explicó que cada capitán dispone de una aplicación en la que aporta antecedentes, como el lugar donde observó una ballena, pero sin especificar de cuál se trata. De ahí la relevancia que tiene el que se pueda agregar dicha información.
Comentó que durante el período de marcha blanca -a comienzos del año pasado-, de este trabajo de investigación, contabilizaron 43 avistamientos, los que aumentaron a más de 230 durante los últimos seis meses y que concentran mayormente en el Golfo de Corcovado (Chiloé) y en el Canal Moraleda (Región de Aysén).
Sobre la velocidad en la transitan las embarcaciones, indicó que es en promedio de nueve nudos (16,6 km/h). Sin embargo, precisó que "a veces hay mal tiempo y por lo mismo el barco tiene que aplicar más velocidad".
Añade que las ventanas que están estudiando corresponden a un período específico de las ballenas, por hay que meses en los que no se observa ninguna. Principalmente en primavera y verano.
Plantea que entre las medidas de mitigación propuestas se encuentra que el barco cambie su ruta ante un avistamiento. "Lo bueno es que el capitán le avisa al que viene más atrás sobre la presencia de ballenas".
Ximena Rojas, jefa de Medio Ambiente del Instituto Tecnológico del Salmón (Intesal), en tanto, comentó que la interacción de los mamíferos marinos con la acuicultura es una materia que vienen abordando desde hace más de 20 años, tiempo en que han estado desarrollando y apoyando investigaciones, así como la recolección de datos debido a la relevancia que tiene para la industria. Sobre las investigación, precisó que han centrado los estudios en conocer el comportamiento de los mamíferos para tomar medidas que permitan disminuir las interacciones.
Alimentación
En la misma línea, Luis Bedriñana, investigador de la ballena azul, del Centro Copas Coastal, explicó que la región constituye una de las zonas más relevantes de alimentación para las ballenas en el Pacífico, en lo que respecta a la ballena azul de Chile, Perú y Ecuador.
Sin embargo, en comparación con la cantidad que hay en el resto del país, y que también ocupan la corriente de Humboldt, es mucho menor que la que concentra en este sector.
Explicó que se trata de una población que se concentra para alimentar y criar a sus nuevas generaciones.
En cuanto a estimaciones de esta población, especificó que bordearían las 400, a nivel del pacífico sur oriental, es decir, entre Ecuador y Chile.
En el caso de Chile, estima que hay alrededor de 400, pero "sabemos que hay animales que no vienen todos los años acá, ya que hay algunos que quedan en el norte, otros cerca de Valdivia o Mejillones. Por lo mismo, hay estimaciones que son más altas y que señalan que serían alrededor de mil".
Sobre la ubicación del sector de alimentación, identificó a la Patagonia norte, entre Puerto Montt y la Península de Taitao, en la Región de Aysén, que corresponde a la zona que utilizan las ballenas azules, aunque también están las jorobadas que vienen de forma recurrente. Aunque en menor medida se han visto ballenas "fin" y "De sei". Pero la principal es la azul.
Precisa que cada una tiene sus propios patrones. Es así como la azul migra desde aquí hasta Galápagos de manera directa y otras se van a miles de kilómetros al oeste de estas islas, a lugares donde no hay nada y sin conocer las razones.
Recordó que desde 2015 cuentan con datos sobre que algunas ballenas partían desde acá hacia Galápagos y que en el viaje de vuelta transitaban por el norte de Perú. "Pensamos que vienen costeando, utilizando los recursos de la corriente de Humboldt, pero ello no está confirmado, dado que los transmisores no duran tanto para lograr esta precisión".
Sí tiene claro que entre abril y julio comienzan a irse, pero no todas juntas. Acá vienen alimentarse y criar a sus nuevas generaciones. De hecho, las madres le enseñan a sus crías dónde está la comida. "Sin duda el cordón de tráfico más relevante se ubica en el mar interior de Chiloé, el Golfo de Corcovado y Canal Moraleda, que es donde se concentra la mayor cantidad de riesgo, porque es donde todo el día se están alimentando y por ello no prestan tanta atención a las embarcaciones, entonces es más fácil que ocurran las colisiones".
Sobre las zonas de llegada de estos animales en las provincias de Llanquihue y de Osorno, explicó que sumado Valdivia, constituye una zona intermedia entre lo que es la corriente de Humboldt y la Patagonia. "Tiene características de ambas y existe muy poca información. Sabemos que hay años en las que se congregan muchas ballenas azules, pero ello no ocurre siempre. Pueden llegar también las jorobadas".
Ricardo Bosshard, director de la WWF Chile, sostuvo que "obviamente que existe una amenaza del tráfico marítimo sobre los grandes cetáceos y por ello es relevante un acuerdo que permita generar medidas para que estos, que comparten el hábitat con el tráfico marino, no se vean afectados".
De ahí la relevancia de que reúnan los armadores, los salmoneros, ciencia y sociedad civil, de manera de abordar esta materia y así disminuir el impacto sobre los grandes cetáceos. "Es un proceso y cada vez seremos mejores, pero sabemos que el mar interior de Chiloé es donde hay más tráfico y donde hay poblaciones de cetáceos, por lo que tenemos que tener más cuidado y por ello herramientas tales, como limitar la velocidad a 10 nudos (18,52 km/h) son tan significativas por el impacto que generan.
Área marítima
Claudio Castro, profesional del Departamento de Recursos Naturales y Biodiversidad de la Secretaría Ministerial (Seremi) de Medio Ambiente, recordó que desde 2009 que se está generando información de parte del mundo académico científico respecto a la presencia de ballenas en el Golfo de Corcovado. De hecho, recordó que en aquel tiempo se propuso crear una gran área marina de múltiples usos en esta zona, incluyendo a los territorios de la Región de Aysén y de Los Lagos, para conservar una zona que tiene una relevancia vital para estos cetáceos, en particular para la ballena azul. Pero también para otras especies de grandes cetáceos que pasan por las costas, puesto que es una zona que genera producción primaria y, por lo tanto, se concentra el krill, que da sustento a estas poblaciones de ballenas en el Golfo de Corcovado. Frente al desafío de generar una gran área marina protegida, que no se creó, pero las investigaciones siguieron adelante y con alianza con el Gobierno Regional desarrollaron un estudio básico para identificar áreas de alto valor de conservación y con el foco puesto en la biodiversidad de grandes dimensiones, pero también considerando otros aspectos como la avifauna (aves que habitan una determinada región), los cetáceos menores, corales de agua fría, entre otras especies.
De esta manera se identificaron otras zonas, además del golfo de Corcovado que tenían una relevancia desde el punto de vista reproductivo, conductual y de alimentación y se sitúan en la zona noroeste de Chiloé, en el mar expuesto del Pacífico, en la zona de los fiordos de esta región, como el Comau y el Reñihué, sumado el Estuario del Reloncaví, además del golfo Corcovado. Especificó que las especies de mamíferos marinos que se distribuyen en esta región son ballena "sei", la "azul", la "fin", "jorobada" y "franca austral".
230 avistamientos de ballenas ha realizado Armasur en los últimos seis meses, según expresó Manuel Bagnara.
2009 es el año en que el mundo académico comenzó a generar información en esta materia, según Claudio Castro.
4 casos confirmados de muerte de ballenas se tiene conocimiento en la Patagonia Norte, según Luis Bedriñana.