Muchos podrán coincidir en que la pileta de aguas danzantes que se erige frente a la plaza de Armas se ha convertido en uno de los capítulos más vergonzosos de la gestión municipal de Puerto Montt. Con un elevado presupuesto de $1.000 millones para una obra que en el corto período que funcionó, no logró encender los ánimos de la población, fue cayendo lentamente en un pozo con severas implicancias administrativas, al punto que la Contraloría General de la República mantiene abierto un juicio de cuentas en contra del alcalde y funcionarios municipales por la autorización de pagos a la empresa que presuntamente no correspondían.

Hace poco más de cuatro años, la pileta fue construida. Funcionó por muy poco tiempo y fue vandalizada durante el estallido social. Desde entonces devino en una pesadilla para el municipio, que no ha logrado hacerla operar nuevamente por una seguidilla de problemas técnicos que ha motivado un anuncio tras otro de que ahora sí que sí operará correctamente, todos, no obstante, fallidos. El más recordado es el que dio el propio alcalde a fines de diciembre de 2022, cuando consultado por la pileta, dijo que gozaba de "buena salud" y que a fines del mes siguiente, en enero de 2023, ofrecería el espectáculo de aguas danzantes.

Tal previsión no se cumplió. La pileta ya es un elefante blanco, a pocos metros de la municipalidad y como desafortunado puntapié de inicio del Parque Costanera, que resultó ser todo lo contrario: una obra bien diseñada, bien ejecutada y que le da un magnífico servicio a la ciudadanía. A la pileta se le ha cubierto con mallas, fierros y demases, dando un triste espectáculo y, junto con las obras paralizadas de la calle Antonio Varas, terminó siendo el emblema del fallido centro puertomontino.

El municipio ha asegurado, ahora sin plazos a la vista, que se está reparando (una vez más) la estructura. Cuesta comprender que una estructura de estas características, sin grandes pretensiones estéticas, lleve tanto tiempo en la incertidumbre. Si la casa edilicia tiene suerte ahora (a estas alturas, la suerte es a lo único a lo que se podría aspirar), la pileta de los mil millones de pesos podrá funcionar. De lo contrario, pasará a ser una pesada carga para la próxima administración municipal, que asumirá en 11 meses más.

Aunque usted no lo crea, el 21 de enero del año 2021 se promulgó la ley que sanciona como delito el uso, venta y fabricación de fuegos artificiales, la que parece no tener efectos reales.

La madrugada del 1 de enero, una bengala que cayó sobre una vivienda ocasionó un incendio declarado en la población Bellavista de Puerto Montt, siniestro que destruyó tres casas, generando una tragedia de año nuevo para las familias afectadas.

Más allá de los esfuerzos de Bomberos por controlar y prevenir estas emergencias, totalmente evitables, con recomendaciones constantes para no usar artefactos pirotécnicos en las celebraciones de fin de año, la población ha hecho caso omiso de ese llamado y al cumplimiento de la ley.

Claramente, los estruendos de los fuegos de artificio ilegales se escucharon a la llegada de este 2024 en varios puntos de la capital de la Región de Los Lagos.

Un adelanto de lo que podía ocurrir en a fin de año, llegó la tarde del 13 de diciembre, durante la celebración del triunfo de Colo Colo en la final de la Copa Chile, cuando se desplegó en la plaza de la ciudad y frente a la Corte de Apelaciones de Puerto Montt un gran arsenal pirotécnico, ello a vista de funcionarios de Carabineros que observan las detonaciones a cierta distancia.

Parece que lamentablemente, la norma que busca proteger a la población de quemaduras graves y la destrucción de sus bienes es sólo papel mojado. Que los brazos de los organismos fiscalizadores y de persecución penal no alcanzan a quienes -en Puerto Montt- distribuyen y lanzan los fuegos de artificio ilegales.

Claramente la pirotecnia ilícita es un problema de seguridad pública. Incluso mucho se ha dicho y escrito que está asociada a otros delitos, pero las autoridades parecen no tomar cartas en el asunto.

Tal vez valga la pena recordarles que el delito de posesión o tenencia de fuegos artificiales se sanciona con presidio menor en su grado mínimo (61 a 540 días), o multa de 5 a 20 Unidades Tributarias Mensuales (UTM), y que el delito de disparo de fuegos artificiales se castiga con presidio menor en grado mínimo a medio, es decir, desde 61 días a tres años de privación de libertad, y multa de 10 a 20 UTM. Claro, eso siempre y cuando se detenga y formalice a sus autores.

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